lunes, 19 de mayo de 2008

THE Z FILES: LA INVASION DE LOS ZOMBIS ATOMICOS (1980)

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Esta fue una de las imágenes que, a finales de los 80, cuando aún nos hallábamos en el reino de los videoclubs, atormentaron mi más tierna infancia.
Después me hice mayor y ví que no era para tanto, o quizás si, pues pasé a investigar todas aquellas pelis con carteles y carátulas de este tipo, que tanto me inquietaron en su momento, pero que también me provocaron una cierta fascinación.

Y descubrí que me depararían muchos ratos de diversión (aparte de causar, en la mayoría de casos, vergüenza ajena), siendo a partir de entonces, y hasta hoy, el típico tema del que sólo hablarías con ciertas personas.

Así que he decidido empezar esta sección fija de series Z y similares con este producto, arquetipo de la floreciente industria explotation transalpina de finales de los 70-principios de los 80 y que fue junto a la de nuestro país (seguramente aquí en menor medida) el principal baluarte de estos bodrios que aúnaban en muchos casos terror gore, sexo e imitaciones de productos anglosajones de éxito. Me detendré otro día en consideraciones acerca de las diferencias que hubo entre España e Italia, aunque aquí hubo grandes cultivadores del terror mega-casposo patrio (léase Jess Franco en sus momentos mas delirantes, Juan Piquer Simón, J. R. Larraz, etc.), y salvo casos aislados que analizaré, nos encontrábamos mas cerca de peliculas deudoras del estilo Hammer, ejemplo Paul Naschy/Jacinto Molina.

Responsabilidad (?) de Umberto Lenzi, que nos ofrecio otros demenciales títulos plenamente trash como Caníbal feroz o Comidos vivos , que seguramente harán que volvamos a encontrarlo algún día en esta sección. Rodada en coproduccion con España, se tituló originalmente Incubo sulla città contaminata y en el mercado anglosajón con el menos explícito Nightmare city.

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Pese al nombre del film en España, hay que decir que los zombis a los que se refiere el título no tienen nada que ver con los clásicos estilo George A. Romero, aunque ni siquiera recuerdo bien si son auténticos muertos vivientes, pues creo que en realidad han sido contaminados por una especie de gas radioactivo (es la excusa para todo que se suele dar en estos casos). En resumen, a los afectados se les ha puesto la cara como si llevaran puesta una colmena de abejas encima y no responden al arquetipo, conocido hasta entonces para estos seres, de caminar con lentitud y movimientos torpes.
Al contrario, los de esta película corren que se las pelan, tienen bastante mala gaita, son inteligentes (hasta el punto de sabotear una hidroeléctrica o algo así), y para colmo, van armados hasta los dientes.

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Todo comienza cuando un periodista (que acaba siendo el protagonista de la historia, interpretado por el barbudo mexicano Hugo Stiglitz) está en el aeropuerto, aguardando la llegada de un avión en el que viaja un científico al que va a entrevistar, y se encuentra con que el mismo está infestado de los susodichos zombis (no se especifica como han podido aterrizar sin pilotos), que se enfrentan a las fuerzas de seguridad con lo que encuentran por ahí, ya sean armas de fuego o todo tipo de objetos cortantes o punzantes que han ido hallando en el viaje.
Por supuesto, a partir de ese momento empiezan a avanzar por la ciudad y extender la plaga (evidentemente es contagioso y además se alimentan de sangre), armando la marimorena e incluyendo una memorable visita a un plató de TV y a un hospital, siendo todo esto silenciado por el ejercito.
La accion continúa en varias subtramas hasta llegar al inevitable final sorpresa, que no vamos a revelar, por si alguien se atreve a verla (y la puede localizar, que no es tarea fácil).

Sazonado con las tipicas reflexiones filosófico-apocalípticas de andar por casa, y como suele ser habitual en estas producciones, con un reparto pleno de actores en momentos muy bajos (Francisco Rabal, interpretando a un oficial del ejército americano (!), o Mel Ferrer), y por supuesto, la habitual exhibición de anatomía femenina sin venir a cuento, todo ello mezclado con momentos gore de lo más explícito.

Como anécdota comentar que fue rodada en gran parte en las afueras de Madrid, que se hacen pasar por alguna ciudad de los USA.

Os dejo con el trailer anglosajón de la peli, que creo que vale más que mil de mis palabras.

domingo, 18 de mayo de 2008

EL ENEMIGO DE LAS RUBIAS (1926): EL FILM QUE HITCHCOCK SIEMPRE QUISO REHACER

Hoy comenzaré esta sucesión de cine del que quiero hablar (oscilando entre lo más o menos serio y lo decididamente Z), recuperando algunos títulos de mi filmoteca fantaterrorífica de los muchos, ya sean mejores o peores, que merecen un hueco en mi recuerdo y en mi corazón cinéfilo.

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Hace unos cuantos años, la Filmoteca de Valencia dio un ciclo completo de Alfred Hitchcock, y comoquiera que gran parte de su filmografía ya la conocía sobradamente, quise centrarme en una película que fue la tercera que dirigió, aún dentro de la etapa muda, y sobre la cual en el fundamental libro Hitchcock según Truffaut (en el que el mago del suspense es entrevistado de forma distendida por el director francés sobre diferentes detalles y anécdotas relativas a toda su obra hasta aquel momento, a finales de los 60), él mismo se encargaba de afirmar que era éste uno de los títulos de los que estaba más orgulloso y que siempre quiso haberlo rehecho en sonoro, en color y con más medios, tal y como pasó con El hombre que sabía demasiado. No me sentí decepcionado con el resultado (y por cierto la proyección incluía pianista y todo, como era típico en los tiempos en que se estrenó).

Este film era El enemigo de las rubias, acertado título en español (antes este tipo de modificaciones del original lo eran bastante más que ahora) de The lodger.


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El McGuffin (nombre que Hitch daba a la trama secundaria que justificaba aquello de lo que quería hablar realmente) es la presencia en Londres de un serial killer que solo asesina rubias los martes, y que deja en el lugar de los hechos una especie de triángulo como señal de sus crimenes.
Pero lo que de verdad se pretende es narrar la peripecia de una familia, compuesta por los padres y una hija (obviamente poseedora de ese color de pelo), que alquila por esos días una habitación a un inquilino forastero, al que todos los indicios que se van mostrando apuntan como principal sospechoso. Para colmo, la relación de la chica con su novio policía está en crisis y se va enamorando del misterioso personaje. Aunque no voy a revelar la conclusión, el final es feliz, contrariamente a lo deseado por el director, y por imposición de los productores, ya que el intérprete del huésped, Ivor Novello, era un actor de gran fama en Inglaterra en aquel momento, una especie de Rodolfo Valentino británico que también era cantante. Entonces no era aún vox populi su homosexualidad y afición a los psicotrópicos. Por cierto, este personaje real es incluido en la trama de ficción de Gosford Park (2001) de Robert Altman, interpretado por el actor Jeremy Northam.


El caso es que nos encontramos las constantes que luego serán habituales en el cine de Hitchcock, que por entonces aún no llegaba a los treinta años, pero ya mostraba cosas de su personalidad, muy influenciada por su madre dominante y con aficiones poco habituales para un joven de su edad, como aprenderse el horario de los trenes de toda Inglaterra (la presencia de ferrocarriles será algo habitual en su cine), su obsesión por cierto tipo de rubias, el juego inocente-culpable, el humor negro (las chicas se tiñen el pelo para no ser víctimas potenciales), o el aparecer como extra por primera vez, aunque en este caso por obligación.


Os dejo con un video de los primeros minutos de El enemigo de las rubias, comentaros que puede verse completa en Youtube, dividida en ocho partes, y en español.



Mientras escribo esta entrada me han llegado rumores de un posible remake, pero yo pienso que lo que nunca llegó a hacer Hitchcock, no tendría sentido que otro lo llevara a cabo.