domingo, 20 de diciembre de 2009
ADIOS A JACINTO MOLINA Y DAN O'BANNON
En el breve espacio transcurrido entre finales de noviembre y principios de diciembre hemos recibido dos tristes noticias para el cine fantástico y de terror, los fallecimientos de Jacinto Molina y Dan O’Bannon.
De Jacinto Molina, mas conocido como Paul Naschy (curiosamente los propios medios españoles apenas han mencionado que en su faceta de director siempre utilizaba su nombre real) poco puedo decir que no se hayan encargado ya de comentar la mayoría de medios de comunicación en los días precedentes, tampoco podría hacer una revisión completa de su filmografía por su extensión (los que tengáis mayor interés podéis enlazar con ella aquí y además posee una completa web en inglés realizada por sus seguidores).
Su desaparición ha coincidido con el estreno de una de sus últimas intervenciones cinematográficas (La Herencia Valdemar).
Destacar en todo caso su afición a la literatura de terror (escribió el guión de muchas de sus cintas) y al cine de corte clásico (sus films son un pastiche de las viejas películas de la Universal y el terror británico de la productora Hammer que era lo que triunfaba en aquel momento, y que a su vez en gran parte se basaba en aquellos filmes).
Se le reconoció sobre todo por crear el personaje de Waldemar Daninsky, hombre lobo muy a su pesar y que fue su personaje mas interpretado (tuvo su mayor éxito en 1971 con la coproducción La noche de Walpurgis, dirigida por el argentino León Klimowsky, habitual en este tipo de cine, y cuyo cartel de la versión en inglés ilustra este texto), aunque dio vida a todo tipo de personajes, sin descuidar la explotation habitual en aquellos años (sobre todo en países como España o Italia) que implicaba hacer películas basadas en productos de éxito anglosajones del momento con mayor o (normalmente) menor fortuna.
Aunque creo que las películas de Naschy están a años luz de sus modelos a imitar y deben ser vistas mas como algo curioso, quizá tampoco es justo el olvido que ha tenido en su propio país durante muchos años que no compensará esta ahora desmesurada atención fuera de lugar. Algo que no sorprende en un país en que el género fantástico y de terror (ya sea en cine, literatura, comics) sigue estando poco menos que proscrito y mal visto por la cultura salvo que genere mucho dinero.
El escritor, guionista y director Dan O'Bannon, a principios de los 80
Mucha menos resonancia, por desgracia, ha tenido el fallecimiento de Dan O’Bannon, director, escritor y guionista norteamericano muy vinculado a este universo. Es curioso porque no hace mucho lo mencioné al hablar del film de animación Heavy Metal, una de sus colaboraciones destacadas, y pienso que por su intervención en determinadas películas no merecía este olvido.
O’Bannon comenzó trabajando en aspectos técnicos, de hecho fue uno de los encargados de las animaciones de La Guerra de las Galaxias, e iba a hacer lo propio en la adaptación de Dune por parte de Alejandro Jodorowsky, la cual nunca se llevó a cabo (recordemos que años después David Lynch retomó el proyecto y fue el encargado de dirigir la versión cinematográfica de la novela de Frank Herbert).
Tras este traspiés, abandonó finalmente los efectos visuales y fue uno de los creadores (ya como escritor) de Alien (Ridley Scott, 1979), en estrecha colaboración con el artista suizo H.R. Giger, encargado del aspecto visual (trabajo que continuó Stan Winston a partir de la 2ª parte dirigida por James Cameron).
Ya en los 80, aparte de la mencionada Heavy Metal, destacar su intervención el guión de Lifeforce, fuerza vital (Tobe Hooper, 1985) una película menor del director de Poltergeist y La matanza de Texas, que mezcla elementos del vampirismo y la ciencia ficción; y sobre todo dirigió El regreso de los muertos vivientes, resurrección (perdón por el juego de palabras) de este tipo de películas y seguramente la primera en que de forma explícita se mezcla terror y comedia, la cual conoció varias secuelas (aunque los títulos en España inducen a la confusión), pero ya al margen de O’Bannon. Fuera del género, aunque con algún elemento futurista, se encargó del guión de la convencional El trueno azul (John Badham, 1984), producto de acción que disfrutó de cierto éxito en su momento (inclusó generó una serie de TV posterior).
Lo mas destacado que hizo después fue su guión, adaptando un original de Philip K. Dick, de Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990). Después se embarcó en una serie de proyectos menores. Quedé aquí este modesto recuerdo para ambos.
sábado, 18 de julio de 2009
HEAVY METAL (1981)
Resulta reconfortante recuperar de vez en cuando un titulo del cine fantástico de animación, como sucedió en su momento con el artículo que dediqué a Ralph Bakshi, sobre todo porque es difícil hallar ejemplos que combinen el cine fantástico y los dibujos animados, y mas si son dirigidos a un público adulto, excepción hecha de un maestro como Miyazaki, que además, llega a todo tipo de espectadores.
Sobre todo, cuando en el caso de un film como este, probablemente sufre un olvido mayor incluso que los ejemplos que cité con anterioridad u otros contemporáneos como Cristal Oscuro (a la que dedicaré un espacio en su momento, si bien en este film de Jim Henson se utilizaban marionetas).
En primer lugar sería conveniente mencionar cual fue la semilla de Heavy Metal, y esta fue la fundacion de Metal Hurlant en 1974, cómic francés de ciencia ficción y terror, un género que se haría muy popular en esa década y la siguiente, auténtica edad de oro de los tebeos fantásticos para adultos, y que alcanzó, aparte de países como el galo con gran tradición al respecto, a otros como España, algo que desgraciadamente, en el panorama actual, forma parte del pasado.
Bien, los fundadores de Metal Hurlant fueron los populares dibujantes Jean Giraud (mas conocido como Moebius), Jean Pierre Dionney y Philippe Druillet, los cuales habían constituido poco antes un grupo creativo llamado Humanoides Asociados. La revista era una miscelánea de diferentes historias de corte fantástico obra de diversos autores, entre los cuales se hallaban lógicamente los propios fundadores, pero también otros como Alejandro Jodorowsky, Milo Manara o Serge Clerc, y que resultaban independientes, combinando el color y el blanco y negro (era mas abundante este ultimo).
La publicación tuvo gran éxito y llegó a paises como Estados Unidos (como dije, también a España); allí fue renombrada como Heavy Metal, y se traducían las historias originales, añadiéndose otras de autores americanos, siendo coordinada esta versión americana por Fabrice Giger.
A raíz de esto y de la abundancia de títulos fantásticos y de animación, desde la parte americana se animan a crear una versión para el cine con capital estadounidense y canadiense (entre los productores estuvo Ivan Reitman, director de algunos titulos comerciales de los 80 como Cazafantasmas) y bastantes medios materiales, quedando en manos del director Gerald Potterton la realización (si bien en algunas fichas se acreditan varios directores) y en las de Dan Goldberg y L. Blum, el guión, dejando claro que se basan en algunas de las historias publicadas por alguno de los autores citados anteriormente, y otros habituales de la publicación, como Richard Corben o el argentino Juan Gimenez, con una estructura similar a la revista.
Con respecto al argumento, como en toda película de episodios, partimos de un nexo común a través del cual se desarrollan las diferentes historias. En este caso la trama se inicia con un relato del guionista y director Dan O'Bannon que terminaba con el aterrizaje de un coche, en el que viaja un astronauta que entrega a su hija una especie de esfera de poder, que narrará a la niña cinco historias.
La primera de ellas, responsabilidad precisamente de Juan Gimenez, narra una especie de trama detectivesca protagonizada por un taxista del futuro, y que posteriormente inspiraría la flojísima El Quinto Elemento, que contó por cierto con el propio Giraud-Moebius como diseñador.
El propio O'Bannon se encargó de la segunda historia, quizá la mejor, que aúna un avión accidentado en la 2ª Guerra Mundial con el cine de zombies, en la que los dos pilotos supervivientes de un choque se enfrentan a sus compañeros, convertidos en muertos vivientes.
Richard Corben, autor bastante mitificado (sobre todo en los 70 y 80) dentro del género fantástico y que firmó algunas portadas de discos, es el responsable de la siguiente historia protagonizada por una de sus creaciones mas celebres, Den, una especie de Conan que a mi juicio resulta anodino, ya que no comparto demasiado el entusiasmo por este autor.
Las dos siguientes historias tienen algo en común, y es que se sitúan en el espacio, en el primer caso, mas humorístico, se nos narra un viaje de dos extraterrestres algo pasados y la segunda, pese a estar detrás de ella un buen autor como Bernie Wrightson, que introduce a su personaje del capitan Stern, tampoco está muy lograda.
Finalmente, quizá la historia mas celebrada (al menos la mas conocida) es en la que protagoniza la heroína Taarna, que es la que aparece en el cartel de la película, luchando por liberar al pueblo de los Tarak de un peligroso invasor. Aunque los resultados no cumplen las expectativas, aquí el trabajo de animación, con la utilización de técnicas similares al rotoscopio, es interesante.
La parte musical es bastante notable, aunque no necesariamente hace honor al título, pese a que si están presentes en ella grupos de sonido mas duro, como Black Sabbath, Blue Oyster Cult o Cheap Trick; pero también se incluyen bandas que nada tienen que ver con el rock como Devo. No obstante, el film cuenta con un notable score propio a cargo del prolifico Elmer Bernstein.
El éxito del film fue relativo y tuvo una secuela, muy tardía, inferior, sin relación prácticamente con el film original, la cual fue rápidamente olvidada.
lunes, 22 de junio de 2009
EL OTRO (1972)
Durante la edición de 2008 del festival Cinema Jove, celebrado en Valencia, se incluyó una sección llamada Cuadernos de rodaje, en la que se proyectaron una serie de películas al aire libre que habían sido seleccionadas como favoritas suyas por dos directores, Jaume Balagueró y el valenciano Paco Plaza, que son de los mejores cultivadores que hay actualmente en España dentro del género que nos ocupa.
Pues bien, una de esas películas era El otro.
Este hecho devolvió este film a mi memoria y me hizo recordar que, si hay una serie de títulos de los que debería hablar aquí, The other es, indudablemente, uno de ellos. Tanto por su consideración de película de culto como por haber sido vista por mi en una edad en la que te causa una impresión que no puedes olvidar.
Después de entonces, pocas veces ha sido emitida por ningún canal de televisión, la última reposición fue hace ya bastante tiempo y descubrí que muchas escenas seguían conservando intactas su capacidad de impacto, pese a no ser un producto de terror al uso. Curiosamente, hoy en dia es una pelicula un tanto olvidada y considero que infravalorada.
Detrás de este film se encuentra el gran director Robert Mulligan, autor de otras obras maestras como Matar un ruiseñor (1962) o Verano del 42 (1971), curiosamente, tambien vinculadas como El otro al universo infantil o adolescente. Sin embargo, se trata de un realizador que no tiene el reconocimiento que merece, probablemente por situarse en un momento de transición o cambio estilístico del cine, quedando su narrativa a medio camino entre el clasicismo y los cambios estéticos o de producción que se estaban sucediendo (de hecho, Mulligan fue premiado en el Festival de Sitges con la Medalla de Oro como mejor realizador por este film, y el crítico italiano Carlo Frabeti mostró su desacuerdo por no considerarlo "politicamente comprometido").
Basada en una novela de éxito del actor reconvertido a escritor Tom Tryon, la película se situa en los años 30 del siglo pasado en una zona rural de Connecticut (creo que los personajes son de origen europeo; eslavo o nórdico), en un paisaje aparentemente idílico, entre enormes cosechas y un ambiente soleado, que, sin embargo, a pesar de parecer excesivamente colorista para la situación narrada, sirve para potenciar el aspecto onírico y de pesadilla en el que nos vamos sumergiendo con una lenta placidez, lo que hará que la contundencia de las situaciones e imágenes que poco a poco se nos van a mostrar nos golpeen con mayor fuerza. A ello contribuyen la excelente fotografía del operador Robert Surtees y la partitura del prolífico Jerry Goldsmith.
En este escenario, nos encontramos con dos hermanos gemelos, Niles y Holland, que tras el fallecimiento de su padre, son criados por su abuela Ada (imponente la labor y la presencia de la veterana actriz de origen alemán Uta Hagen), dado que su madre, por algún motivo que inicialmente desconocemos, pero que será clave en la pelicula, vive recluida en su habitación, sin levantarse de una silla y en un estado casi catatónico. Niles, tal vez para evadirse de este ambiente mortecino y depresivo, es un niño imaginativo que pasa mucho tiempo al aire libre. Al parecer, ha heredado algún tipo de poder telequinético de su tutora, lo que ellos llaman "el gran juego", según el cual puede mirar a traves de algunos animales como los pájaros y sentir sus mismas sensaciones en ese momento.
Pero así como Niles es un niño ejemplar, su hermano (mayor) es la maldad personificada: no gusta de la compañía de su familia, y prefiere refugiarse en un oscuro ático, donde trama "travesuras" contra la voluntad de su hermano, al que domina, y que es quien finalmente recibe las regañinas. Lo que ocurre es que las consecuencias de las acciones de Holland empiezan a exceder de cualquier control y comienzan a derivar en hechos trágicos.
Es entonces cuando su abuela tendrá que empezar a actuar, cuando descubrimos que nada es lo que parecía, que existe un terrible secreto que el espectador no conocía hasta ese momento; y Ada debe mostrar a Niles una verdad que él no ha asumido (¿o se trata de otra cosa?) y que requerirá una decisión drástica, aunque sea demasiado tarde.
Todas estas últimas claves, obviamente, no voy a revelarlas porque desvelaría la trama completa de la película. Aunque algunas cuestiones quedan abiertas al espectador.
Pese a no contener violencia explícita ni excesos sangrientos, pero llena de imágenes inquietantes y perturbadoras, se trata de una joya que causará en cualquier espectador una impresión inolvidable, algo difícil de ver en el cine actual y más en el de terror, y se anticipó, con su estilo propio, a una sucesión de títulos protagonizados por niños malignos que invadirían las pantallas durante los años siguientes.
Añado un extenso trailer en inglés de la película, pese a que cae en el defecto, mas propio de nuestros dias, de contar gran parte de la trama; pero puede ser orientativo para aquellos que no la conozcan.
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domingo, 31 de mayo de 2009
MATAR O NO MATAR, HE AHI EL PROBLEMA (1973)
En primer lugar, no sería justo que me refiriera a esta película de la que hoy voy a hablar sin mencionar otra, El abominable Dr. Phibes, que dirigida dos años antes por Robert Fuest (director a recuperar y al que dedicaré algún espacio un día de estos), tenía muchas similitudes argumentales, coincidiendo también en el protagonismo de Vincent Price, uno de los mejores y más representativos intérpretes del cine de terror.
Matar o no matar... (nada que ver con el título en inglés Theatre of blood, aunque al menos este que le pusieron en España resulta original), producción de terror británica (aunque mas cerca de la comedia negra, diría yo) realizada al margen de las dos grandes compañías inglesas especializadas en ese género por aquel entonces (Hammer y Amicus), no es desde luego, una obra maestra. En todo caso es una película que posee algunas virtudes, minimizadas por el paso del tiempo, por la excesiva similitud con un producto anterior y por la discreta realización de Douglas Hickox, el típico director de productos de encargo, profesional en su cometido pero gris e incapaz de aportar un sello personal, dejándolo todo en una puesta en escena plana.
Pero, pese a ello, posee suficientes elementos para entrar, quizá por los pelos, en eso que podemos denominar película de culto.
Edward Lionheart (Price) es uno de los mas reputados intérpretes de Shakespeare. Cuando la asociación de críticos de teatro le deniega por enésima vez el premio al mejor actor, no puede soportarlo: acaba trastornándose y opta por el suicidio (que no consuma, pero se le da por muerto). Sin embargo, dos años después reaparece en secreto, para vengarse de todo ese grupo de pedantes, asesinándoles disfrazado de diferentes personajes utilizando métodos basados en obras de Shakespeare, mientras recita los textos correspondientes. Para ello contará con la colaboración de su hija, interpretada por Diana Rigg, una de las protagonistas de la mítica y entrañable serie Los Vengadores (muchos de cuyos capítulos dirigió el antes mencionado Robert Fuest) y también chica Bond en 007 Al servicio de su majestad (1967), protagonizada (única vez) por el mediocre George Lazenby como el agente con licencia para matar, aunque estuvo a la altura de otras películas de la saga.
Además de su hija, Lionheart contará con la ayuda de un grupo de siniestros mendigos, que fueron quienes le rescataron de su pretendido suicidio.
Si en el Dr. Phibes, que por cierto tuvo una secuela contemporánea a Matar y no matar..., Price se vengaba de un equipo de médicos que habían provocado la muerte de su mujer tras un accidente inspirándose en las plagas bíblicas, aquí se utilizan los clásicos shakesperianos, y además se consigue el mismo efecto, es decir, que el público simpatice mas con el asesino que con sus víctimas, que resultan en general odiosas y meros vehículos para una serie de acciones que son la verdadera base argumental.
Aparte de lo mencionado anteriormente, se echa de menos un mayor análisis psicológico de los personajes, en especial del de Price y de su hija. Los flash backs resultan algo inoportunos y poco explicativos, así como un final mas propio del cine de acción en el que se cae mas aún en la parodia y en algunos elementos tópicos.
Pero aún así, la curiosidad del argumento, lo impactante de algunos momentos y la presencia, aparte de los mencionados Price y Rigg, de un notable grupo de secundarios británicos de la época (Ian Hendry, Robert Morley, Harry Andrews o Jack Hawkins) siguen convirtiendo Theatre of Blood en una película recomendable y a recuperar.
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sábado, 25 de abril de 2009
NAVES MISTERIOSAS (1971)
Con esta película me ocurre lo mismo que con la hace tiempo comentada Almas de metal, de la que hablé en su momento, o Un mundo de fantasía (Willy Wonka & the Chocolate factory, 1971).
Y es que, cuando era pequeño, eran títulos que se emitían constantemente por televisión (esta de la que hoy hablaré quizá más que ninguna) y ejercían una cierta fascinación sobre mi, aunque tanto Naves misteriosas (absurda traducción del original Silent running: luego se utilizó el mas aproximado Naves silenciosas) como las otras, rara vez las he vuelto a ver proyectadas en la pequeña pantalla, salvo que algún canal temático haya tenido a bien programarla.
Será que las cosas han cambiado para peor y tal vez que entonces, dado el trasfondo de ciencia-ficción ecológica que contiene la peli, éramos mas modernos.
Antes que nada hay que decir que tras Silent running estaba Douglas Trumbull, que hacia aquí su debut en la realización, aunque lo suyo era encargarse de los efectos especiales, mas que ponerse detrás de la cámara: había sido con anterioridad responsable de los F/X de 2001, Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), que en su momento fueron muy innovadores e impactantes, y se encargaría posteriormente de la misma función en La amenaza de Andrómeda (Robert Wise, 1971), todo ello sin haber cumplido los 30 años de edad. Después también haría lo propio en Encuentros en la 3ª fase (S. Spielberg, 1977) o Blade Runner (Ridley Scott, 1982) habiendo recibido 5 nominaciones al Oscar y uno honorífico por toda su carrera.
Curiosamente hoy día Trumbull se dedica a montar efectos en parques temáticos.
En todo caso su trayectoria como director es bastante irrelevante con excepción de esta película y en menor medida la curiosa Proyecto Brainstorm (1983) un título de los 80 prácticamente olvidado y que contaba en su reparto con gente como Christopher Walken, Natalie Wood, Cliff Robertson o Louise Fletcher.
Pero bueno, volviendo a lo que nos ocupa, Silent running dispuso de un presupuesto muy exiguo y eso favoreció que fuera un fracaso en taquilla debido a su poca promoción. En el aspecto argumental, la película transcurre entre tres gigantescas naves-invernadero, que se encuentran en órbita con Saturno, las cuales conservan la vida vegetal que se perdió en la Tierra a causa de una desertización total del planeta, y pensando en una hipotética reforestación del mismo.
El astronauta y botánico Freeman Lowell (interpretado por el actor Bruce Dern, padre de Laura Dern, actriz en numerosas películas, entre ellas Terciopelo azul o Parque Jurásico) es el responsable de una de ellas, la Valley Fogue, junto con dos robots, poseedores de características que en cierto modo les convertirán en antecedentes del futuro R2-D2 de la saga Star Wars.
Pero un día se decide cancelar el proyecto y acabar con los cultivos de las naves. Lowell se enfrenta al resto de la tripulación, que al contrario que él, si quieren acatar las órdenes y acabar con todos los vestigios de vida natural allí presentes. Con la ayuda de los robots, a los que humaniza (este es un dato importante pues plantea elementos similares y a la vez distintos al ordenador HAL 9000 de 2001) poniéndoles nombre (Dewey y Huwey) y convirtiéndolos en sus compañeros de tripulación, reprogramandoles para tareas "agricolas", y huyendo con la nave mas allá de los anillos de Saturno para conservar su tarea ecológica.
La realización de Trumbull de cualquier forma no es muy acertada y evita probablemente que nos encontremos ante un proyecto de mayor magnitud, pese a que se trata de un film a tener en cuenta. Algunos defectos en la puesta en escena son aliviados por el lirismo que aportan las canciones de Joan Baez, por la que no tengo muchas simpatías, pero cuya utilización aquí (si no me equivoco son temas ex profeso para la película) es acertada.
A destacar que entre los guionistas del film estuvieron nombres como Steven Bochco (responsable mucho después de series como Canción triste de Hill Street, La ley de Los Angeles o Murder one) o Michael Cimino (director años mas tarde de películas de fama como la oscarizada El cazador, Manhattan Sur o el megafracaso multimillonario La puerta del cielo, películas por cierto quizá con mas fama que calidad artística).
En definitiva, Naves misteriosas (o silenciosas) es un titulo a recuperar y que indica que ciertas preocupaciones que hoy parecen muy en primera plana vienen de mucho tiempo atrás y ya entonces se podían plasmar en una buena película de ciencia-ficción.
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miércoles, 25 de marzo de 2009
RICHARD MATHESON
Richard Matheson (1926) es, sin duda, uno de los escritores del género fantaterrorífico más importantes de la 2ª mitad del siglo XX, y quizá, de esta etapa, junto con Philip K. Dick, uno de mis (muchos) favoritos.
Si hoy me ocupo de él, es para hacer un pequeño repaso (muy breve para lo que merecería) de su intensa relación con el cine, a través, tanto de adaptaciones suyas a la gran pantalla (y a la pequeña, también) como de guiones realizados por él sobre textos de otros autores.
Tenía dudas de si hacer un repaso siguiendo la cronología su carrera literaria, pero en fin, este es un blog básicamente fílmico, asi que seguiremos el orden de sus comparecencias cinematográficas.
Asi, en 1957, con guión del propio Matheson adaptando su libro escrito un año antes, llega El Increible hombre menguante (The incredible shrinking man), dirigida por Jack Arnold, maestro de la serie B, que convierte este título en una obra maestra del género; alternando elementos del cine de la Guerra Fría ( el protagonista empieza a encoger su tamaño sin parar después de ser afectado por una nube radiactiva de dudoso origen), reflexiones existenciales sobre la soledad y la supervivencia, y trazos de las Monster movies, cuando el protagonista, Grant Williams, ya diminuto, debe enfrentarse, sucesivamente, a su propio gato y a una araña.
Durante los primeros 60, el autor realiza varias colaboraciones con el especialista del género Roger Corman, con los guiones de dos de sus mejores adaptaciones de Poe, La caida de la Casa Usher (1960), y El pozo y el péndulo (1961), y escribiendo La Comedia de los Terrores (1964).
En 1964 llega la primera adaptación, y seguramente menos conocida, de su novela mas famosa, Soy Leyenda (I am legend), original de 1954. Es Last man on earth, casi inédita en España, dirigida por Sidney Salkow y Ubaldo Ragona (fue coproducción USA-Italia), y protagonizada por Vincent Price; como finalmente ocurrió con todos los films basados en este texto, se tomaron bastantes libertades sobre el original.
Resumiendo el argumento, nos encontramos con alguien que se ha quedado solo en la Tierra tras ser afectada toda la humanidad por un virus que les ha convertido en vampiros. El protagonista, Neville (en el texto original al contrario que en las adaptaciones no tiene formación médica aunque la soledad le ha hecho acceder a muchos textos científicos y técnicos), sabe que estos seres no existen, y, de día, junto a algunos actos rutinarios, investiga porque las personas tienen esa sintomatología e incluso se desintegran cuando se les clava una estaca y huyen de las cruces o de los ajos, a lo que acaba encontrando una explicación racional; mientras, de noche, es acosado en el exterior de su casa por los enfermos, incluyendo un antiguo amigo o las mujeres que van a tentarle para que se una a ellos.
Hasta que un día se encuentra con otros aparentes supervivientes, como él.
Y bueno, no sigo, no voy a contar el final por si alguien quiere leer el libro o no conoce las adaptaciones; sobre este primer film basado en la novela destacar sobre todo que la estética y características de los vampiros fue utilizada luego por George A. Romero en la saga zombie que inició con Night of the living dead (1967) , con un blanco y negro igualmente inquietante.
Matheson, mientras tanto, escribió varios capítulos de la serie Alfred Hitchcock presenta y de la seminal The twilight zone, aquí conocida como Dimensión Desconocida, gran creación de Rod Serling sobre la que luego haré alguna consideración a raíz de su adaptación cinematográfica-homenaje en los 80.
En 1968, escribe el guión de un titulo quizá poco conocido entre el gran publico, pero excelente, de la Hammer, The devil rides out, titulada en España La novia del diablo, basado en un libro de Dennis Wheatley, con dirección del ilustre veterano Terence Fisher e interpretaciones estelares de Christopher Lee y Charles Gray.
En 1970 llega una nueva adaptación de Soy Leyenda, The Omega Man, conocida aquí como El último hombre vivo, con el protagonismo de Charlton Heston.
Se trata de una película muy distinta a Last man on earth, el guión del matrimonio Corrington adapta el texto con muchas licencias, acercándolo más a un titulo de acción al servicio de su actor principal, en la línea de otras peliculas recientes en las cuales habia aparecido, como El Planeta de los Simios (Planet of the Apes, 1968) o que haría posteriormente, como Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973).
Aquí los vampiros son reconvertidos en una especie de secta de mutantes albinos que visten hábitos negros y gafas de sol, y que tratan de eliminar cualquier vestigio de progreso y civilización, encarnados en un científico como el superviviente Neville, por considerarlos causantes de la situación actual, aunque tampoco quieren encontrar ningún tipo de remedio a su mal, pues la sociedad tal como la conocíamos es la que llevó al mundo a ese final. Curiosamente, su líder es Matthias, un antiguo presentador estrella de los informativos de TV (interesante reflexión social), eficazmente interpretado por el secundario Anthony Zerbe.
Con evidentes concesiones al género blaxplotation, que empezaba a estar en boga en aquel momento, y algunos tics (música, ambientación) fácilmente reconocibles de esos años, defectos que son agravados por la realización del mediocre Boris Sagal, director fundamentalmente televisivo que nos tortura con atroces y reiterados zooms en gran parte del metraje.
Pese a todo, es una película por la que siento bastantes simpatías, se deja ver como un entretenido cómic, y la estética de la que hablaba puede ser, en su caso, más virtud que defecto, siendo ideal para una entretenida noche de cine fantaterrorifico.
Matheson vuelve a escribir el guión para El Diablo sobre ruedas (Duel, 1971), que se encarga de dirigir un chaval de apenas 25 años, poco curtido hasta entonces en alguna realización televisiva, llamado Steven Spielberg.
Esta historia de un camión (sin que sepamos nunca quien lo conduce) que, sin motivo aparente, y a raíz de un adelantamiento, comienza a perseguir a muerte a un comercial de vida gris que viaja camino de una reunión de trabajo por las carreteras del desierto de California, estaba planteada inicialmente como un telefilm, pero su gran éxito lo condujo a la pantalla grande y se convierte en un titulo de culto, anunciando muy proximos exitos comerciales para su director.
Siguiendo con la televisión, Matheson crea, con la colaboración del productor Dan Curtis, buen conocedor del género, el telefilm Kolchak: The night stalker, basado en una novela del semidesconocido Jeff Rice, que ni siquiera se habia publicado aún.
Kolchak es un periodista irónico y estrambótico, pero sagaz, siempre vestido con un sombrero de paja y un anticuado traje blanco, que se ve implicado en la investigación de casos sobrenaturales.
En The night stalker nos encontramos con una ola de crímenes en la ciudad de Las Vegas, que, por sus caracteristicas, parecen obra de un vampiro. Por supuesto, nadie cree en esta posibilidad, excepto el inicialmente escéptico Kolchak, que acaba encargándose personalmente de la destrucción del no-muerto, todo ello de forma muy velada, pues en aquel momento imperaba una fuerte censura en la TV americana que apenas permitia que se pudiera ver sangre.
Como curiosidad decir que el actor que hacía de vampiro, que finalmente fue Barry Atwater, estaba previsto en principio que fuera Robert Quarry, intérprete en aquel momento en cine del Conde Yorga, personaje de varias secuelas americanas con estética setentera de las pelis de Dracula de la Hammer (en aquel año, por cierto, se estrenó la penúltima entrega de los films de la productora inglesa sobre el famoso conde interpretadas por Christopher Lee, Dracula 73, dirigida por Alan Gibson, al igual que la siguiente, Los ritos satánicos de Dracula, transcurriendo ambas también en época actual y con resultados olvidables).
El telefilm consiguió un record histórico de audiencia en la TV estadounidense en 1972 y planteó la consiguiente secuela, El estrangulador de la noche.
The night strangler resultó aún más logrado que su predecesor. En él de nuevo nos encontramos con mujeres asesinadas, en este caso por asfixia y en la ciudad de Seattle, con la característica de que se han encontrado junto a los cadáveres restos de carne corrompida. Kolchak comprueba que series de crímenes similares se han producido en la ciudad cada 21 años, desde 1889 aproximadamente. La investigación le lleva a descubrir que un médico de la época de la guerra de Secesión (refugiado en las ruinas de su hospital, que conducen a una especie de parte antigua de la ciudad oculta en el subsuelo) obtiene una especie de suero de la inmortalidad durante ese periodo de tiempo, extrayendo la sangre de sus victimas, y consiguiendo finalmente derrotarlo.
El enorme éxito de estos dos pilotos, que llegaron a emitirse en España en los años 80 y 90, llevó a la producción de una serie, en la que, incomprensiblemente, se prescindió de Matheson y Curtis, sin obtener los resultados deseados, lo que hizo que no pasara de la primera temporada.
Hoy en día es considerada una serie de culto, inspiradora de Expediente X como reconoce el autor de esta ultima, Chris Carter (y que incluyó en ésta un personaje llamado Richard Matheson); a raíz de la reposición exitosa de los dos episodios pilotos a principios de los 80, la cadena CBS contactó con el actor protagonista, Darren McGavin (un habitual secundario que obtuvo su mayor reconocimiento aquí) para un tercer telefilm, pero molesto por la retirada prematura de la serie en su momento, el proyecto se quedó en el tintero.
Matheson también ha escrito fantásticos más bucólicos como Somewhere in time (1980) o Mas allá de los sueños, protagonizado en su version cinematográfica de 1998 por Robin Williams.
Otra de las obras más famosas de nuestro autor llegó a principios de los 70, La casa infernal.
Parecía una revisión de una novela de principios de los 60 de Shirley Jackson, The haunting of Hill House, aquí conocida como La mansión encantada y llevada magistralmente al cine en 1964 por Robert Wise (y de manera mediocre y con muchas libertades con el texto, por Jan de Bont en 1997).
Se trata de dos de las mejores novelas sobre casas con fenómenos paranormales, y de hecho, el original de Matheson se titulaba The Hell House, muy similar fonéticamente a su predecesora.
La adaptación cinematografica llegó en 1973 producida por James H. Nicholson, vinculado a la productora británica AIP, que fue, junto con la Amicus (especialista en películas de episodios, como Doctor Terror o unas cuantas basadas en comics de la EC), la gran rival de la Hammer en la hegemonía del terror inglés de aquellos años.
La dirección corrió a cargo de John Hough, que había realizado recientemente Dracula y las mellizas, ridícula traducción española de Twins of evil, última parte de una trilogía basada muy libremente en Carmilla, la clásica vampiresa de velados toques lésbicos que escribió Sheridan Le Fanu mucho antes que Bram Stoker pensara en el tema, y que empezaba a llevar a las pantallas la mezcla de erotismo y horror-movie pensada para salvar los muebles en taquilla, pero que en este caso resultaba un producto aún digno.
Después Hough continuó en el género con títulos muy menores como The Incubus, Aullidos 4 o un curioso fantástico british llamado Biggles, sobre viajes en el tiempo, mas algunas cosillas para la TV.
En La leyenda... nos encontramos con cuatro personajes, a los que un millonario les promete una gran suma a cambio de descubrir el secreto de la mansión Belasco, en la que su antiguo propietario, Emeric Belasco, posiblemente un trasunto literario del famoso mago y satanista Alastair Crowley, practicó toda clase de ritos, orgías y prácticas malignas a principios del siglo XX, hasta que la casa quedó sellada y los que estaban allí se quedaron para siempre, llegando a practicar el canibalismo y falleciendo de inanición o diferentes enfermedades, siendo hallados después, con excepción del propio Belasco, del que nunca más se supo.
Desde entonces, habían ido varios equipos de investigadores que habían muerto o enloquecido en el intento.
La película, que en su momento fue denostada, se ha convertido con el tiempo en película de culto, aunque es mucho más comedida en elementos explícitos de sexo o violencia que el libro, pese a que el guión corre a cargo del propio Matheson.
A destacar la sobriedad de sugerir más que de mostrar, y la excelente labor de sus cuatro (arquetipos) protagonistas, el científico escéptico (Clive Revill) que pretende probar una máquina de su creación para eliminar la causa del encantamiento, que considera física, acompañado por su pusilánime esposa (Gayle Hunicutt), un psiquico que sobrevivió a la investigación de la casa en su adolescencia y decide volver (Roddy McDowall), y la jovencita médium que lleva el peso de la historia (Pamela Franklin, que tuvo unos años de fama en varios títulos de la materia y después desapareció del cine).
En 1983, se realiza un film homenaje a The Twilight Zone, titulado por estos lares En los límites de la realidad, que es escrito en gran parte por Matheson, constando de cuatro episodios y una introduccion y epílogo, con una curiosa aparición terrorífica del actor Dan Aykroyd.
El primer capítulo lo dirige y escribe (es el único que no corresponde a un texto de Matheson) John Landis, entonces un director prometedor del género (Un hombre lobo americano en Londres, El monstruo de las bananas) y la comedia (Desmadre a la americana), contando la historia de un racista que, como penitencia, es obligado a pasar por diferentes épocas de la historia, sufriendo en la piel de otras razas. El episodio es tristemente famoso por el fallecimiento en accidente de helicóptero durante el rodaje del actor Vic Morrow (padre de la también actriz Jennifer Jason Leigh) y dos niños figurantes, y prácticamente, supuso el fin en el género de Landis, con la excepción del celebérrimo videoclip del Thriller de Michael Jackson.
El segundo episodio, peor aún, corresponde realizarlo a Spielberg, con el argumento de unos ancianos que vuelven a ser niños, aunque en su descargo hay que decir que no era el capítulo que se pretendía adaptar inicialmente, ya que se quiso dar algo de positividad a alguna de las historias.
Es en los dos últimos cortes cuando la cosa se pone realmente interesante, y hacen recomendable por sí solos el visionado del film. Joe Dante, en el tercero, describe la pesadilla de una chica que se ve obligada a refugiarse en la casa de una familia con un hijo que les tiene aterrorizados, pues puede manipular la realidad con su imaginación a su antojo.
Antológica la escena en que la hermana es comida por un dibujo animado (Los Looney Tunes siempre han sido una gran influencia para Dante), o cuando el padre, en un número de magia, saca un conejo monstruoso de una chistera.
Pero es el cuarto episodio el mejor y que justifica toda la pelicula. Dirigido por el australiano George Miller, entonces de plena actualidad por la saga Mad Max, revisa Pesadilla a 20.000 pies, en el que una especie de gremlin pretende boicotear un viaje en avión, siendo observado por un sólo pasajero ante la incredulidad del resto de viajeros (excelente labor de John Lithgow, si bien no supera al intérprete del capítulo televisivo original, William Shatner, el capitán Kirk de Star Trek).
Después de ésto, y ya en épocas más recientes, destacar El último escalón, basado en una de sus primeras novelas, Stir of Echoes, dirigido por el interesante David Koepp, y como curiosidad, la chica fantasma es Jennifer Morrison, la Dra. Cameron de la serie House.
Sobre la última adaptación de Soy Leyenda, que respeta el título de la novela, pero poco más, decir que es un vehículo para el lucimiento de Will Smith, lleno de incongruencias (Por ejemplo, el hecho de que desaparezca la humanidad no tiene porque implicar que haya leones en New York, ni siquiera los del zoo, porque nadie les puede sacar de la jaula, y no sé como van a cruzar el Atlántico. Y eso es sólo el principio...).
Una pena, porque se habló de este proyecto durante muchos años, incluyendo nombres como Ridley Scott o Schwarzenegger. La elección de la ciudad de los rascacielos frente a la original de Los Angeles, resulta además sospechosa y claramente incluida dentro de la psicosis post 11-S.
Recientemente, en la temporada inicial de la serie Maestros del Terror (Masters of horror), se adapta un relato de Matheson (por parte de su propio hijo) en el episodio dirigido por Tobe Hooper, Dance of the dead, por otro lado uno de los más decepcionantes de una serie quizá con más sombras que luces, con sonadas y brillantes excepciones, sobre todo en lo que fueron estas primeras entregas.
Y concluyo así este repaso, seguramente mucho más corto de lo que merece el gran Matheson, pero creo que suficiente para entender su importancia dentro del género.
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sábado, 28 de febrero de 2009
ALAN MOORE CONTRA HOLLYWOOD
Para aquellos para los que el cómic sea un género casi desconocido, comenzaré diciendo, a modo de introducción, que el británico Alan Moore es una de las mayores instituciones de este mundillo, como guionista (si bien empezó como dibujante) de obras como Desde el infierno, La liga de los hombres extraordinarios, V de Vendetta o Watchmen, trabajando para las prestigiosas editoriales Marvel y DC (con las que también tocó el comic de superhéroes en el excelente Batman: la broma asesina o creando la serie del Capitan Britania). Aunque, dada su mentalidad, le ha gustado refugiarse mas de una vez en pequeñas editoriales independientes (sin abandonar nunca del todo las obras mayoritarias), pese a anunciar en 2003, coincidiendo con su 50 cumpleaños, una retirada.
En líneas generales podemos decir que ha tratado de dotar de una mayor estructura literaria a un género del que se supone que carece.
Moore es un personaje excéntrico, aficionado a la magia, a la buena literatura, de ideología anarquista (que se refleja en algunas sus obras) y mas bien antisocial. Pese a las ganancias obtenidas con sus publicaciones y con los derechos cinematográficos de las adaptaciones de sus obras, sigue habitando su vieja casa de su ciudad natal, Northampton, que pretende convertir en una especie de palacio bizantino, rehuyendo el contacto de la prensa o de sus seguidores.
Pero, si por algo se ha caracterizado Moore, es, precisamente por renegar de las adaptaciones al cine de sus cómics (habria que añadir a las antes mencionadas la de Constantine, film dirigido por Francis Lawrence en 2005 y protagonizado por Keanu Reeves, y que se basa en un personaje secundario de su serie La cosa del pantano), hasta el punto de renegar de ellas, pedir que se le desvincule del proyecto o calificarlas literalmente como porquería, como sucedió en el caso de V de Vendetta.
Vamos a detenernos en las dos adaptaciones mas recientes (La liga de los hombres extraordinarios, aunque continúa con ella, no es su mejor creación y su adaptación cinematográfica resultó bastante olvidable, aunque si ha servido para que algunos tengan interés en leer los libros en que se basan los personajes que aparecen en ella, ya podemos darlo por bueno).
V de Vendetta, escrita por Moore con dibujos de David Lloyd en 1985, y llevada al cine por James McTeigue en 2005, resultó muy cambiada respecto de la novela grafica original (el guión correspondió a los hermanos Wachowski, responsables de la saga Matrix), ya que por encima de los habituales cambios de personajes o situaciones (suprimidas o añadidas) que suelen producirse en estos casos, el espíritu de la obra se cambió totalmente, otorgándole un aire romántico y algo edulcorado respecto a la idea de Moore, lo que despertó sus iras y decidió renegar de ella y de los derechos futuros que le pudiera generar.
Hay que decir que, tanto V... como Watchmen son obras de mediados de los 80 y consecuencias de una situación politica concreta, como era el ultra conservadurismo del gobierno de Margaret Thatcher en Reino Unido o el de Reagan en USA, o la Guerra Fría, planteando un inmediato futuro en el que se imponen regímenes totalitarios, amenazas bélicas o serios recortes de libertades, resultando desgraciadamente visionarios en cuanto a algunos temas.
Ambas novelas gráficas son bastante duras en sus planteamientos, probablemente Watchmen lo es aún mas, plena de momentos violentos y escenas difíciles de digerir aún para el lector mas avezado como quien escribe esto, mostrando en ambos casos lo peor de la condición humana.
En el caso de la adaptación de Watchmen, tuvo una gestación complicada, ya que el proyecto inicial que contaba con el visto bueno de Moore, iba a ser llevado a cabo por el director inglés Paul Greengrass (Bloody Sunday, El mito de Bourne, United 93), aunque también sonó Terry Gilliam (ex componente de los Monty Python y director, aparte de alguna de las películas de este grupo, de 12 monos, Las aventuras del Baron Munchausen, el Rey Pescador, Los hermanos Grimm o Miedo y asco en Las Vegas).
Finalmente (desgraciadamente diría yo), tras varios dimes y diretes, la adaptación cayó en manos de Zack Snyder, que ya se había encargado de llevar a la pantalla otra novela gráfica, el 300 de Frank Miller, con discretos resultados, y lo que ha planteado es una versión que se centra (y multiplica) en los elementos mas efectistas de la novela gráfica, conformando un producto mas que discutible, aunque algo mejor que su anterior experiencia.
Alan Moore, en los Simpson. Arriba, firmando un autógrafo a Bart. Abajo, Milhaus sostiene un ejemplar de los Watchmen en versión infantil en el imaginario cómic "V de Vacaciones"
De todas formas habría sido de agradecer que los distribuidores no presentaran Watchmen como una convencional película de superhéroes apta para todos los públicos, pues luego en las salas probablemente se encuentren con sorpresas desagradables (no es una película para niños aunque muchos acudan erróneamente a las salas con ellos, tal vez ni siquiera para adolescentes). Aunque temas en los que incide la novela gráfica, como la moral, el determinismo, la megalomanía... parecen aquí quedar en segundo plano en detrimento del impacto visual, y nuevamente, al igual que en V de Vendetta, tomándose libertades en cuanto al final.
Por no hablar de los errores de casting: si en V..., Natalie Portman no me parecía adecuada para el papel (de entrada el personaje de Evey en el cómic es una joven desvalida que recurre en última instancia a la prostitución, mientras que en el film es una profesional de la TV, lo que ya lastra el planteamiento inicial), en Watchmen tampoco ha habido mucha mas suerte. Malin Akerman es otra modelo-no actriz que no da el perfil de su personaje, e intérpretes como Billy Crudup o Jeffrey Dean Morgan están especialmente desafortunados, o bien el guión no le ha dado a sus papeles los matices que tenían en su versión dibujada.
Con este panorama, no me extraña el permanente enfado de Moore. En fin, siempre nos quedará leer los comics.
CINE FANTASTICO-TERRORIFICO Y MUSICAL ¿UN BINOMIO IMPOSIBLE?
La pregunta del título me la sugirieron como posible motivo para un artículo, y efectivamente, me resultó difícil hallar ejemplos que combinaran ambos géneros, aparte de algunos que ya conocía con anterioridad y me vinieron inmediatamente a la cabeza, y otros que estarían en la frontera de aparecer aquí o no (¿podría incluirse por ejemplo El mago de Oz, de V. Fleming, con Judy Garland, o alguna antigua película Disney como Fantasía?). Además, el reciente estreno de Repo! The genetic opera (de la que incluyo el cartel aquí abajo), un curioso experimento de Darren Lynn Bousman, director de la saga Saw, con la inclasificable presencia en el reparto, en un papel secundario, de Paris Hilton, puso el tema de relieve. Así que decidí hacer una relación, no exhaustiva (ya que seguro que con una investigación a fondo se podrían hallar más), de este tipo de películas.
Aparte de las citadas entre paréntesis como posibilidades, la primera que se me ocurriría cronológicamente sería Los 5000 dedos del Dr. T (Roy Rowland, 1953).
Película de culto que recuerdo me angustiaba de pequeño, por su ambiente de pesadilla, aunque, vista de adulto, pueda resultar un tanto pueril con todos esos números musicales casi de opereta, pese a que sigue siendo un producto imaginativo: Un niño que da clases de piano con un tiránico profesor, se queda dormido y sueña (no recuerdo si esto se sabe desde el principio o lo que vemos se presenta como real) que este es una especie de dictador que ha secuestrado a 500 niños en un fantasioso castillo para dar un megaconcierto de piano.
Otra curiosidad podría ser El extravagante Dr. Doolittle en su version original de 1967 (no el lamentable remake protagonizado por Eddie Murphy que poco tiene que ver), dirigida por Richard Fleischer (el gran director de muchos títulos inolvidables de nuestro género favorito: Viaje alucinante, Soylent Green, 20.000 leguas de viaje submarino, El estrangulador de Boston, El estrangulador de Rillington Place...) y reparto británico (Rex Harrison, Samantha Eggar...), con una ambientación de época y que llegó a ser nominada al Oscar. Sin embargo, hoy día resulta un film casi olvidado; no obstante, pienso que la podemos incluir por su argumento, si bien en este caso mas dirigido a un público familiar.
Tras esto debería trasladarme a los años 70, donde, en plena fiebre del glam rock, nos encontramos dos títulos casi realizados al mismo tiempo, y que aúnan terror, comedia en mayor o menor medida, y música.
La primera de ellas es una de mis favoritas, El Fantasma del Paraíso (1974), de Brian de Palma, director por el que siento una especial predilección, al menos en esta primera época. Aunque merecería un artículo en exclusiva, básicamente Phantom of The Paradise mezcla elementos de Fausto, El Fantasma de la Opera, el musical glam, la comedia, y una velada crítica a los métodos de la gran industria musical. De hecho, no es difícil reconocer en el personaje de Swan, el malo, interpretado por el compositor y cantante Paul Williams (autor de las canciones del film y también de la premiada banda sonora de la mas reciente versión de Ha nacido una estrella, con Barbra Streisand y Kris Kristofferson, asi como de varios exitos para el duo de pop ligero The Carpenters) determinadas referencias al productor Phil Spector.
Protagonizada por William Finley, un secundario habitual en las primera películas del director, y Jessica Harper, que aparecería posteriormente en otro curioso musical Pennies from Heaven (1981), con Steve Martin, al que luego mencionaremos. Sin olvidar la excelente labor de Gerrit Graham como estrella de rock con maquillaje e imaginería terrorífica, al estilo de unos Kiss o Alice Cooper.
De Palma realizó esta película entre dos grandes creaciones de temática y estética hitchcockiana, algo habitual en su filmografía inicial, como fueron Hermanas (Sisters, 1972) y Fascinación (Obsession, 1976).
Y el otro ejemplo sería The Rocky Horror picture show (1975), película de culto en los U.S.A. y un poco menos conocida fuera de este país, excepto entre el público especializado, y, al igual que en El Fantasma... con una excelente colección de canciones como banda sonora. Las representaciones de esta película se convirtieron en un acontecimiento en su país, en las cuales el público acudía disfrazado y con difentes objetos de los que hacían uso en momentos señalados de la proyección.
El argumento es la llegada de un joven e ingenuo matrimonio a la llegada del castillo del profesor Frank´n’further (en la que fue probablemente la mejor creación del actor Tim Curry, una especie de Frankenstein travestido (era plena época glam, como antes decía) y contando además con una joven Susan Sarandon.
Después de esto revisamos los 80, donde nos encontramos con la no muy afortunada La Pequeña Tienda de los Horrores (1986), revisión de una película de Roger Corman de 1960, que en su momento protagonizó un joven Jack Nicholson, y que después fue convertida en musical en Broadway, que es lo que dio pie a este film.
El director es Frank Oz, algo lógico si tenemos en cuenta que Oz fue un estrecho colaborador de Jim Henson, el creador de los Teleñecos (The Muppet Show) y varias películas de muñecos con mayor o menor fortuna (Cristal Oscuro, Dentro del Laberinto), donde tuvo mucho que ver. Además hizo pequeños papeles en muchas comedias de los primeros 80.
Es lógico que Oz se hiciera cargo de este film si tenemos en cuenta que está protagonizado por una grande y parlante planta carnívora animada. Por lo demás, destacar la aparición de Steve Martin que ya lo había hecho en el antes mencionado musical Pennies from Heaven y Rick Moranis, un habitual en el cine comercial de los primeros 80 (fundamentalmente en papeles cómicos: Cazafantasmas, Cariño he encogido a los niños o Calles de Fuego) y completamente olvidado hoy día.
Después, la llegada de Tim Burton supuso cierta revitalización del género, probablemente por ser un conocedor de géneros dispares como el cine de Serie B de los 50 y primeros 60 o del cómic, y lo que hizo fue introducir en el fantástico elementos de comedia y de los musicales.
Burton es el creador de la Pesadilla antes de Navidad (que ya mencioné levemente en su momento), un film animado en el que trabajaba desde los 80 y que finalmente fue llevado a la pantalla por el director Henry Selick, también responsable de la menos afortunada James y el melocotón gigante (1996), con producción de Burton, y que tambien contenía alguna canción.
Y por otro lado tenemos la mas reciente y no muy acertada a mi juicio, Sweeney Todd, en la línea habitual del último Burton, aunque los números musicales han sido habituales en todo su cine.
He tenido dudas de incluir dentro de esta lista una película como Sueños eléctricos (1984), un producto que se anticipó en algo a las comedias juveniles de corte fantástico-cibernético en la que aparecía una jovencisima, dulce y rubia Virginia Madsen (que algún tiempo después protagonizaría un pequeño clásico del genero, revalorizado con el tiempo, como es Candyman, dirigida por Bernard Rose en 1992), años antes de entrar en un olvido del que parece que ha salido en los últimos años, y por la puerta grande, trabajando con gente como el fallecido Robert Altman, en El nº 3 de J. Schumacher o incluso nominada al Oscar por Entre copas.
Esta es una peli que no es nada del otro mundo, excepto por su condición de pionera de otros títulos similares, y por contener mas canciones de lo habitual, eso si, integradas en la trama, y que recogen nombres que van desde el productor y compositor italiano Giorgio Moroder, habitual en muchas bandas sonoras de corte pseudo-electrónico, como la plana mayor (no siempre la mejor) de del entonces en apogeo estilo new romantic, con gente como Culture Club o Phil Oakey, de The Human League.
Y esto nos llevaría al principio, con Repo, la pelicula con la que comenzamos como ejemplo de una mezcla de géneros que no ha sido demasiado habitual y que sugerimos como posible idea original para proximas producciones.
Aparte de las citadas entre paréntesis como posibilidades, la primera que se me ocurriría cronológicamente sería Los 5000 dedos del Dr. T (Roy Rowland, 1953).
Película de culto que recuerdo me angustiaba de pequeño, por su ambiente de pesadilla, aunque, vista de adulto, pueda resultar un tanto pueril con todos esos números musicales casi de opereta, pese a que sigue siendo un producto imaginativo: Un niño que da clases de piano con un tiránico profesor, se queda dormido y sueña (no recuerdo si esto se sabe desde el principio o lo que vemos se presenta como real) que este es una especie de dictador que ha secuestrado a 500 niños en un fantasioso castillo para dar un megaconcierto de piano.
Otra curiosidad podría ser El extravagante Dr. Doolittle en su version original de 1967 (no el lamentable remake protagonizado por Eddie Murphy que poco tiene que ver), dirigida por Richard Fleischer (el gran director de muchos títulos inolvidables de nuestro género favorito: Viaje alucinante, Soylent Green, 20.000 leguas de viaje submarino, El estrangulador de Boston, El estrangulador de Rillington Place...) y reparto británico (Rex Harrison, Samantha Eggar...), con una ambientación de época y que llegó a ser nominada al Oscar. Sin embargo, hoy día resulta un film casi olvidado; no obstante, pienso que la podemos incluir por su argumento, si bien en este caso mas dirigido a un público familiar.
Tras esto debería trasladarme a los años 70, donde, en plena fiebre del glam rock, nos encontramos dos títulos casi realizados al mismo tiempo, y que aúnan terror, comedia en mayor o menor medida, y música.
La primera de ellas es una de mis favoritas, El Fantasma del Paraíso (1974), de Brian de Palma, director por el que siento una especial predilección, al menos en esta primera época. Aunque merecería un artículo en exclusiva, básicamente Phantom of The Paradise mezcla elementos de Fausto, El Fantasma de la Opera, el musical glam, la comedia, y una velada crítica a los métodos de la gran industria musical. De hecho, no es difícil reconocer en el personaje de Swan, el malo, interpretado por el compositor y cantante Paul Williams (autor de las canciones del film y también de la premiada banda sonora de la mas reciente versión de Ha nacido una estrella, con Barbra Streisand y Kris Kristofferson, asi como de varios exitos para el duo de pop ligero The Carpenters) determinadas referencias al productor Phil Spector.
Protagonizada por William Finley, un secundario habitual en las primera películas del director, y Jessica Harper, que aparecería posteriormente en otro curioso musical Pennies from Heaven (1981), con Steve Martin, al que luego mencionaremos. Sin olvidar la excelente labor de Gerrit Graham como estrella de rock con maquillaje e imaginería terrorífica, al estilo de unos Kiss o Alice Cooper.
De Palma realizó esta película entre dos grandes creaciones de temática y estética hitchcockiana, algo habitual en su filmografía inicial, como fueron Hermanas (Sisters, 1972) y Fascinación (Obsession, 1976).
Y el otro ejemplo sería The Rocky Horror picture show (1975), película de culto en los U.S.A. y un poco menos conocida fuera de este país, excepto entre el público especializado, y, al igual que en El Fantasma... con una excelente colección de canciones como banda sonora. Las representaciones de esta película se convirtieron en un acontecimiento en su país, en las cuales el público acudía disfrazado y con difentes objetos de los que hacían uso en momentos señalados de la proyección.
El argumento es la llegada de un joven e ingenuo matrimonio a la llegada del castillo del profesor Frank´n’further (en la que fue probablemente la mejor creación del actor Tim Curry, una especie de Frankenstein travestido (era plena época glam, como antes decía) y contando además con una joven Susan Sarandon.
Después de esto revisamos los 80, donde nos encontramos con la no muy afortunada La Pequeña Tienda de los Horrores (1986), revisión de una película de Roger Corman de 1960, que en su momento protagonizó un joven Jack Nicholson, y que después fue convertida en musical en Broadway, que es lo que dio pie a este film.
El director es Frank Oz, algo lógico si tenemos en cuenta que Oz fue un estrecho colaborador de Jim Henson, el creador de los Teleñecos (The Muppet Show) y varias películas de muñecos con mayor o menor fortuna (Cristal Oscuro, Dentro del Laberinto), donde tuvo mucho que ver. Además hizo pequeños papeles en muchas comedias de los primeros 80.
Es lógico que Oz se hiciera cargo de este film si tenemos en cuenta que está protagonizado por una grande y parlante planta carnívora animada. Por lo demás, destacar la aparición de Steve Martin que ya lo había hecho en el antes mencionado musical Pennies from Heaven y Rick Moranis, un habitual en el cine comercial de los primeros 80 (fundamentalmente en papeles cómicos: Cazafantasmas, Cariño he encogido a los niños o Calles de Fuego) y completamente olvidado hoy día.
Después, la llegada de Tim Burton supuso cierta revitalización del género, probablemente por ser un conocedor de géneros dispares como el cine de Serie B de los 50 y primeros 60 o del cómic, y lo que hizo fue introducir en el fantástico elementos de comedia y de los musicales.
Burton es el creador de la Pesadilla antes de Navidad (que ya mencioné levemente en su momento), un film animado en el que trabajaba desde los 80 y que finalmente fue llevado a la pantalla por el director Henry Selick, también responsable de la menos afortunada James y el melocotón gigante (1996), con producción de Burton, y que tambien contenía alguna canción.
Y por otro lado tenemos la mas reciente y no muy acertada a mi juicio, Sweeney Todd, en la línea habitual del último Burton, aunque los números musicales han sido habituales en todo su cine.
He tenido dudas de incluir dentro de esta lista una película como Sueños eléctricos (1984), un producto que se anticipó en algo a las comedias juveniles de corte fantástico-cibernético en la que aparecía una jovencisima, dulce y rubia Virginia Madsen (que algún tiempo después protagonizaría un pequeño clásico del genero, revalorizado con el tiempo, como es Candyman, dirigida por Bernard Rose en 1992), años antes de entrar en un olvido del que parece que ha salido en los últimos años, y por la puerta grande, trabajando con gente como el fallecido Robert Altman, en El nº 3 de J. Schumacher o incluso nominada al Oscar por Entre copas.
Esta es una peli que no es nada del otro mundo, excepto por su condición de pionera de otros títulos similares, y por contener mas canciones de lo habitual, eso si, integradas en la trama, y que recogen nombres que van desde el productor y compositor italiano Giorgio Moroder, habitual en muchas bandas sonoras de corte pseudo-electrónico, como la plana mayor (no siempre la mejor) de del entonces en apogeo estilo new romantic, con gente como Culture Club o Phil Oakey, de The Human League.
Y esto nos llevaría al principio, con Repo, la pelicula con la que comenzamos como ejemplo de una mezcla de géneros que no ha sido demasiado habitual y que sugerimos como posible idea original para proximas producciones.
viernes, 30 de enero de 2009
RECORDANDO ALGUNAS SERIES DE TV (2)
Dentro del laberinto
No confundir esta serie con la película con música y marionetas dirigida por Jim Henson y protagonizada por Jennifer Connelly y un David Bowie en su momento más hortera y menos inspirado.
Esta producción de la HTV británica fue realizada a principios de los 80 y emitida en España a partir de 1982, en 3 temporadas (con 7 capítulos cada una de 30 minutos), si bien en la última desaparecían la mayoría de protagonistas de las dos primeras y resultaba muy inferior a ellas, dando muestras de agotamiento.
El argumento, escrito por el propio director Peter Graham Scott junto a Bob Baker (responsable de varios episodios de Dr. Who), se inicia con una pareja de hermanos que están jugando en el bosque y topan con una tormenta que les lleva a refugiarse en una cueva (las cavernas de Cheddar, que existen realmente y salían en los créditos de la serie). Ahí se encuentran con Phil, un chaval de raza negra algo mas mayor, en su misma situación. Escuchan una llamada de socorro y rescatan a Rothgo (interpretado por el actor Ron Moody que hacía el papel de Fagin en la versión musical de Oliver Twist, Oliver, dirigida por Carol Reed en 1968), un mago inmortal (de los buenos) y que ha quedado muy debilitado tras su enfrentamiento con Belor (Pamela Salem), su oponente femenina y la mala de la serie; ambos buscan una especie de fuente de energía llamada Nidus, y para ayudar a Rothgo, los chicos debían viajar en el tiempo por diferentes épocas (desde la Revolución Francesa a la antigua Grecia, eso si, sin salir de la gruta), en las cuales coinciden con ambos magos “disfrazados”. El Nidus se identifica por una especie de brillo que podía encontrarse en algún objeto concreto y por ello se busca con espejos y otras cosas reflectantes. Una vez era hallado, debían juntar sus brazos e invocar al mago que debía reclamar la energía, pero Belor podía denegárselo y se iniciaba un enfrentamiento entre ambos. Al final de la primera temporada, se hacían con el Nidus y Belor era destruida, Rothgo les regalaba a los niños una especie de cristales mágicos en agradecimiento y les borraba la memoria.
Pero en la 2ª temporada los cristales les vuelven a llevar a la cueva y se encuentran con una situación similar a la del principio tras la resurrección de Belor, y que vuelve a terminar con el triunfo del Bien.
En la 3ª temporada solo se mantuvieron los personajes de Phil y Belor, el mago bueno era ahora un tal Lazlo (Chris Harris), un personaje bastante ridículo que en ningún momento tuvo el carisma de su antecesor y esta temporada pasó desapercibida e incluso no recuerdo si se emitió completa en España, adonde llegó con retraso. Sin duda fue una de mis series favoritas en aquel momento y se ha reeditado recientemente en DVD (solo en inglés).
Hoy en día cantan mucho los efectos especiales, que resultan casi pueriles, así como algunas escenas de los enfrentamientos “cósmicos” que parecen repetidas. En el aspecto argumental e interpretativo la serie era imaginativa y además tuvo el mérito de recrear varios momentos históricos (con un presupuesto limitado) lo que además podía resultar instructivo para el público destinatario, de hecho la serie contó con suficiente éxito para ser repuesta varias veces en nuestro país, y hoy en día, con el auge de videojuegos e historias de tipo mágico, no desentonaría, excepto por los detalles mencionados anteriormente.
The children of the stones
Conocida en España como Los chicos de las piedras o tal vez Los chicos de Stonehenge (creo que no transcurría realmente en este lugar), fue otra producción de la prolífica HTV inglesa, emitida por la ITV, que al parecer formaba una especie de trilogía (The third eye) con la mencionada Dentro del Laberinto, y no sé si con la que trataré a posteriori, Bajo la Montaña. Originalmente es de finales de los 70, pero aquí se emitió a principios de la década siguiente. Los creadores fueron Jeremy Burnham y Trevor Ray.
Un astrofísico y su hijo llegan a una pequeña localidad de la campiña inglesa, caracterizada por estar rodeada de una formación de menhires que incluyen una especie de santuario de antiguos cultos. Precisamente, la labor del investigador es estudiar estas piedras y sus posibles efectos de magnetismo.
Rápidamente observan que los habitantes del pueblo son extrañamente amables, que de vez en cuando se reúnen en circulo en torno a una iglesia abandonada y que parecen mostrar cierta sumisión a un rico hacendado de la localidad (que además es el casero de los protagonistas) y que revela grandes conocimientos en cuestiones científicas. Otros personajes son una madre y su hija recién llegadas al pueblo (por tanto ajenas a lo que sucede) y que entablan amistad con los protagonistas, y un vagabundo que vive en el círculo de piedras y dice estar por ello protegido.
Las primeras investigaciones indican que hay algo extraño en torno a la formación megalítica, de hecho al tocar los menhires se recibe una especie de descarga de energía. No voy a contar más por si alguien puede verla y prefiere descubrirlo por sí mismo.
La serie producía de niño un cierto malrollismo (si se me permite inventar esta palabra), sobre todo vinculada a la sensación de las piedras como seres vivos, o al hecho de enfocar constantemente un cuadro que hay en la casa, en el cual aparece gente danzando en la oscuridad (no recuerdo si junto a las piedras) en torno a una especie de fuego o luminosidad; escenas todas ellas aderezadas con una mas que inquietante música minimalista consistente en un coro a capella, al estilo de la que se oye cuando aparece el monolito de 2001, y mantiene cierta fuerza vista de adulto (es fácil de encontrar en inglés, aparte que sus escasos 7 capítulos de 25 minutos no cansan).
No es necesario destacar la sobriedad de una serie británica y la profesionalidad de intérpretes como Gareth Thomas, Iain Cuthbertson o Freddie Jones. Eso si, una serie quizá excesivamente compleja para un público adolescente al que pudiera ir dirigida.
Bajo la montaña (Under the mountain)
Serie neozelandesa algo posterior en cuanto a su emisión que las referidas, aunque la fecha de producción original es similar (1982). En ella, nos encontramos con una pareja de niños gemelos que, en sus vacaciones, tienen enfrente una extraña familia de vecinos, los Wilberforce, que viajan en un Rolls Royce, y que en realidad son unos alienígenas cuya verdadera forma es la de babosas del tamaño de un hombre, con la finalidad de destruir el planeta.
Un anciano que en realidad es otro extraterrestre de una raza en combate con aquellos, tuvo un encuentro con los gemelos una vez estos se perdieron siendo mas pequeños, ayudándoles, y descubriendo que tenían ciertas facultades extrasensoriales que los convierte en elegidos para destruir a las babosas. Para ello solo hay un método, que si falla puede provocar su destrucción (como ya ocurrió con otros destinados a esa misión), e incluso la de la humanidad.
Les entrega a cada uno unas piedras, roja y azul respectivamente, con las cuales en un momento determinado deben crear, desde lo alto de un volcán, una especie de campo de energía que servirá para acabar con los extraterrestres-babosa.
Recuerdo vagamente que estos habían creado una especie de pasadizo viscoso que conducía al mar. Por supuesto, no cuento la resolución, aunque la verdad es que no la recuerdo con exactitud.
Sobre esta serie hay tan pocas referencias en la red como posibilidades de recuperar sus episodios. Para mi sorpresa, y no ha podido ser mas oportuna esta reseña, se va a hacer una versión en 2009 en la propia Nueva Zelanda, con guión del propio creador original Maurice Gee, eso si, desconozco si llegará a los cines españoles o incluso será un producto únicamente para la TV. Eso si, el primer capítulo completo está colgado en la red en versión original, y es esto que viene a continuación.
Chocky
John Wyndham es un escritor de ciencia ficción bastante e injustamente desconocido fuera del Reino Unido, excepto para los que somos muy aficionados al género. De su mano salieron novelas como El día de los Trífidos, historia post-apocalíptica sobre una invasión de plantas carnívoras gigantes producidas en laboratorios secretos, ante una humanidad que ha quedado en su mayor parte ciega tras observar unas luces en el cielo (con excepción de algunos supervivientes que tratan de salir adelante entre el caos, en los cuales se centra la historia), llevada al cine en 1962 (que también conoció, por cierto, una versión televisiva por la BBC en 1981, de la cual hablaría, pero tuvo poca distribución en España), y que posee muchos elementos que seguramente fueron tomados por Danny Boyle para su film 28 días después (desde el mismo comienzo, que es practicamente calcado en ambos casos). Pero también escribió obras como El misterio de las profundidades, Los cucos de Midwich, que dio lugar a la/s película/s El Pueblo de los Malditos (tanto la original de 1960 como el remake de John Carpenter en los 90) o Chocky, a la que nos referimos.
Chocky, como todas las referidas anteriormente, es una serie de culto sobre un niño, Matthew, que habla con un amigo imaginario (materializado ante él como una especie de nebulosa), situación que acaba preocupando a sus padres. Pero este amigo es en realidad un/a extraterrestre, eso si, con fines pacíficos (pretende saber cosas de la vida en la Tierra y ayuda a mejorar la inteligencia de Matthew hasta convertirlo en un superdotado), nada que ver con los anteriormente citados. Pero esto le pone en peligro, porque hay oscuros intereses que secuestrarán al niño para obtener información.
Adaptada por Anthony Read para la Thames, la serie constó de 6 capítulos de una media hora de duración, protagonizados por el niño Andrew Ellams. Y conoció una segunda y tercera parte con cambios de argumento y personajes.
Por cierto acabo de enterarme, al tiempo de escribir esto, que al parecer Spielberg prepara una adaptación. Así pues, al igual que en Bajo la montaña, ha sido oportuno este recordatorio.
El joven Sherlock (Young Sherlock: The mystery at Manor House)
Olvidada adaptación realizada en 1982 (y emitida algo después en España) del famoso detective en época adolescente y juvenil. Nada que ver con la posterior película del mismo nombre conocida en España como El secreto de la pirámide.
Me permito mencionar esta serie dada la poca información en español que hay sobre ella en la red, y por mi afición al personaje. Creo recordar que, tras morir algún familiar directo, este joven Sherlock Holmes era llevado a casa de unos tíos o similar, donde desarrollaba sus talentos poniendo al descubierto una conspiración para asesinar (o derrocar) a la reina Victoria, en la que estaban implicados ingleses e hindúes.
Protagonizada por Guy Henry, secundario habitual al que hemos podido ver recientemente con papeles en Extras o Roma, junto a Christopher Villiers interpretando a un primo lejano de Holmes que acaba siendo Moriarty, creo recordar, y como curiosidad, Lewis Fiander, uno de los protagonistas de ¿Quien puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), haciendo de sirviente hindú.
Por cierto, esta serie coincidió en las pantallas temporalmente con otra breve producción británica injustamente olvidada, Cribb, protagonizada por un detective de Scotland Yard (el que daba título a la serie, interpretado por Alan Dobie) al mas puro estilo Sherlock Holmes y ambientada en su misma época (contando por supuesto con un Watson particular), y basada en la novelas de Peter Lovesey.
No confundir esta serie con la película con música y marionetas dirigida por Jim Henson y protagonizada por Jennifer Connelly y un David Bowie en su momento más hortera y menos inspirado.
Esta producción de la HTV británica fue realizada a principios de los 80 y emitida en España a partir de 1982, en 3 temporadas (con 7 capítulos cada una de 30 minutos), si bien en la última desaparecían la mayoría de protagonistas de las dos primeras y resultaba muy inferior a ellas, dando muestras de agotamiento.
El argumento, escrito por el propio director Peter Graham Scott junto a Bob Baker (responsable de varios episodios de Dr. Who), se inicia con una pareja de hermanos que están jugando en el bosque y topan con una tormenta que les lleva a refugiarse en una cueva (las cavernas de Cheddar, que existen realmente y salían en los créditos de la serie). Ahí se encuentran con Phil, un chaval de raza negra algo mas mayor, en su misma situación. Escuchan una llamada de socorro y rescatan a Rothgo (interpretado por el actor Ron Moody que hacía el papel de Fagin en la versión musical de Oliver Twist, Oliver, dirigida por Carol Reed en 1968), un mago inmortal (de los buenos) y que ha quedado muy debilitado tras su enfrentamiento con Belor (Pamela Salem), su oponente femenina y la mala de la serie; ambos buscan una especie de fuente de energía llamada Nidus, y para ayudar a Rothgo, los chicos debían viajar en el tiempo por diferentes épocas (desde la Revolución Francesa a la antigua Grecia, eso si, sin salir de la gruta), en las cuales coinciden con ambos magos “disfrazados”. El Nidus se identifica por una especie de brillo que podía encontrarse en algún objeto concreto y por ello se busca con espejos y otras cosas reflectantes. Una vez era hallado, debían juntar sus brazos e invocar al mago que debía reclamar la energía, pero Belor podía denegárselo y se iniciaba un enfrentamiento entre ambos. Al final de la primera temporada, se hacían con el Nidus y Belor era destruida, Rothgo les regalaba a los niños una especie de cristales mágicos en agradecimiento y les borraba la memoria.
Pero en la 2ª temporada los cristales les vuelven a llevar a la cueva y se encuentran con una situación similar a la del principio tras la resurrección de Belor, y que vuelve a terminar con el triunfo del Bien.
En la 3ª temporada solo se mantuvieron los personajes de Phil y Belor, el mago bueno era ahora un tal Lazlo (Chris Harris), un personaje bastante ridículo que en ningún momento tuvo el carisma de su antecesor y esta temporada pasó desapercibida e incluso no recuerdo si se emitió completa en España, adonde llegó con retraso. Sin duda fue una de mis series favoritas en aquel momento y se ha reeditado recientemente en DVD (solo en inglés).
Hoy en día cantan mucho los efectos especiales, que resultan casi pueriles, así como algunas escenas de los enfrentamientos “cósmicos” que parecen repetidas. En el aspecto argumental e interpretativo la serie era imaginativa y además tuvo el mérito de recrear varios momentos históricos (con un presupuesto limitado) lo que además podía resultar instructivo para el público destinatario, de hecho la serie contó con suficiente éxito para ser repuesta varias veces en nuestro país, y hoy en día, con el auge de videojuegos e historias de tipo mágico, no desentonaría, excepto por los detalles mencionados anteriormente.
The children of the stones
Conocida en España como Los chicos de las piedras o tal vez Los chicos de Stonehenge (creo que no transcurría realmente en este lugar), fue otra producción de la prolífica HTV inglesa, emitida por la ITV, que al parecer formaba una especie de trilogía (The third eye) con la mencionada Dentro del Laberinto, y no sé si con la que trataré a posteriori, Bajo la Montaña. Originalmente es de finales de los 70, pero aquí se emitió a principios de la década siguiente. Los creadores fueron Jeremy Burnham y Trevor Ray.
Un astrofísico y su hijo llegan a una pequeña localidad de la campiña inglesa, caracterizada por estar rodeada de una formación de menhires que incluyen una especie de santuario de antiguos cultos. Precisamente, la labor del investigador es estudiar estas piedras y sus posibles efectos de magnetismo.
Rápidamente observan que los habitantes del pueblo son extrañamente amables, que de vez en cuando se reúnen en circulo en torno a una iglesia abandonada y que parecen mostrar cierta sumisión a un rico hacendado de la localidad (que además es el casero de los protagonistas) y que revela grandes conocimientos en cuestiones científicas. Otros personajes son una madre y su hija recién llegadas al pueblo (por tanto ajenas a lo que sucede) y que entablan amistad con los protagonistas, y un vagabundo que vive en el círculo de piedras y dice estar por ello protegido.
Las primeras investigaciones indican que hay algo extraño en torno a la formación megalítica, de hecho al tocar los menhires se recibe una especie de descarga de energía. No voy a contar más por si alguien puede verla y prefiere descubrirlo por sí mismo.
La serie producía de niño un cierto malrollismo (si se me permite inventar esta palabra), sobre todo vinculada a la sensación de las piedras como seres vivos, o al hecho de enfocar constantemente un cuadro que hay en la casa, en el cual aparece gente danzando en la oscuridad (no recuerdo si junto a las piedras) en torno a una especie de fuego o luminosidad; escenas todas ellas aderezadas con una mas que inquietante música minimalista consistente en un coro a capella, al estilo de la que se oye cuando aparece el monolito de 2001, y mantiene cierta fuerza vista de adulto (es fácil de encontrar en inglés, aparte que sus escasos 7 capítulos de 25 minutos no cansan).
No es necesario destacar la sobriedad de una serie británica y la profesionalidad de intérpretes como Gareth Thomas, Iain Cuthbertson o Freddie Jones. Eso si, una serie quizá excesivamente compleja para un público adolescente al que pudiera ir dirigida.
Bajo la montaña (Under the mountain)
Serie neozelandesa algo posterior en cuanto a su emisión que las referidas, aunque la fecha de producción original es similar (1982). En ella, nos encontramos con una pareja de niños gemelos que, en sus vacaciones, tienen enfrente una extraña familia de vecinos, los Wilberforce, que viajan en un Rolls Royce, y que en realidad son unos alienígenas cuya verdadera forma es la de babosas del tamaño de un hombre, con la finalidad de destruir el planeta.
Un anciano que en realidad es otro extraterrestre de una raza en combate con aquellos, tuvo un encuentro con los gemelos una vez estos se perdieron siendo mas pequeños, ayudándoles, y descubriendo que tenían ciertas facultades extrasensoriales que los convierte en elegidos para destruir a las babosas. Para ello solo hay un método, que si falla puede provocar su destrucción (como ya ocurrió con otros destinados a esa misión), e incluso la de la humanidad.
Les entrega a cada uno unas piedras, roja y azul respectivamente, con las cuales en un momento determinado deben crear, desde lo alto de un volcán, una especie de campo de energía que servirá para acabar con los extraterrestres-babosa.
Recuerdo vagamente que estos habían creado una especie de pasadizo viscoso que conducía al mar. Por supuesto, no cuento la resolución, aunque la verdad es que no la recuerdo con exactitud.
Sobre esta serie hay tan pocas referencias en la red como posibilidades de recuperar sus episodios. Para mi sorpresa, y no ha podido ser mas oportuna esta reseña, se va a hacer una versión en 2009 en la propia Nueva Zelanda, con guión del propio creador original Maurice Gee, eso si, desconozco si llegará a los cines españoles o incluso será un producto únicamente para la TV. Eso si, el primer capítulo completo está colgado en la red en versión original, y es esto que viene a continuación.
Chocky
John Wyndham es un escritor de ciencia ficción bastante e injustamente desconocido fuera del Reino Unido, excepto para los que somos muy aficionados al género. De su mano salieron novelas como El día de los Trífidos, historia post-apocalíptica sobre una invasión de plantas carnívoras gigantes producidas en laboratorios secretos, ante una humanidad que ha quedado en su mayor parte ciega tras observar unas luces en el cielo (con excepción de algunos supervivientes que tratan de salir adelante entre el caos, en los cuales se centra la historia), llevada al cine en 1962 (que también conoció, por cierto, una versión televisiva por la BBC en 1981, de la cual hablaría, pero tuvo poca distribución en España), y que posee muchos elementos que seguramente fueron tomados por Danny Boyle para su film 28 días después (desde el mismo comienzo, que es practicamente calcado en ambos casos). Pero también escribió obras como El misterio de las profundidades, Los cucos de Midwich, que dio lugar a la/s película/s El Pueblo de los Malditos (tanto la original de 1960 como el remake de John Carpenter en los 90) o Chocky, a la que nos referimos.
Chocky, como todas las referidas anteriormente, es una serie de culto sobre un niño, Matthew, que habla con un amigo imaginario (materializado ante él como una especie de nebulosa), situación que acaba preocupando a sus padres. Pero este amigo es en realidad un/a extraterrestre, eso si, con fines pacíficos (pretende saber cosas de la vida en la Tierra y ayuda a mejorar la inteligencia de Matthew hasta convertirlo en un superdotado), nada que ver con los anteriormente citados. Pero esto le pone en peligro, porque hay oscuros intereses que secuestrarán al niño para obtener información.
Adaptada por Anthony Read para la Thames, la serie constó de 6 capítulos de una media hora de duración, protagonizados por el niño Andrew Ellams. Y conoció una segunda y tercera parte con cambios de argumento y personajes.
Por cierto acabo de enterarme, al tiempo de escribir esto, que al parecer Spielberg prepara una adaptación. Así pues, al igual que en Bajo la montaña, ha sido oportuno este recordatorio.
El joven Sherlock (Young Sherlock: The mystery at Manor House)
Olvidada adaptación realizada en 1982 (y emitida algo después en España) del famoso detective en época adolescente y juvenil. Nada que ver con la posterior película del mismo nombre conocida en España como El secreto de la pirámide.
Me permito mencionar esta serie dada la poca información en español que hay sobre ella en la red, y por mi afición al personaje. Creo recordar que, tras morir algún familiar directo, este joven Sherlock Holmes era llevado a casa de unos tíos o similar, donde desarrollaba sus talentos poniendo al descubierto una conspiración para asesinar (o derrocar) a la reina Victoria, en la que estaban implicados ingleses e hindúes.
Protagonizada por Guy Henry, secundario habitual al que hemos podido ver recientemente con papeles en Extras o Roma, junto a Christopher Villiers interpretando a un primo lejano de Holmes que acaba siendo Moriarty, creo recordar, y como curiosidad, Lewis Fiander, uno de los protagonistas de ¿Quien puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), haciendo de sirviente hindú.
Por cierto, esta serie coincidió en las pantallas temporalmente con otra breve producción británica injustamente olvidada, Cribb, protagonizada por un detective de Scotland Yard (el que daba título a la serie, interpretado por Alan Dobie) al mas puro estilo Sherlock Holmes y ambientada en su misma época (contando por supuesto con un Watson particular), y basada en la novelas de Peter Lovesey.
RECORDANDO ALGUNAS SERIES DE TV (1)
La verdad es que aunque si que he dedicado algún artículo relativo y exhaustivo al tema, reconozco que no he tocado demasiado la cuestión de las series de TV de género fantástico y terrorífico, sobre todo valorando que en mi infancia abundaban producciones de calidad en este sentido que contribuyeron a mi afición al tema, junto a otras que se reponían de épocas pretéritas.
De hecho en los últimos tiempos (aunque nunca se han dejado de hacer) creo que hay un cierto auge de este tipo de series: Heroes, Medium, True blood, Moonlight, Torchwood, Dresden, Sobrenatural, Jekyll, Pesadillas y alucinaciones, Maestros del Terror y tantas otras, incluso en países de habla española como México con 13 miedos y la defenestrada resurrección en España de Historias para no dormir, desterrada tristemente al mercado del DVD por Tele 5, algo por cierto habitual en nuestro país con estos productos televisivos atípicos (recuerdo a finales de los 80 y principios de los 90, dos series de episodios independientes, como Historias del otro lado, tras la que estaba Garci y sus habituales colaboradores, y la más oscura Crónicas del mal, en la que colaboraron directores como Iván Zulueta, completamente proscritas por TVE y que no han tenido jamás a bien reponer ni sacar a la venta, y solo alguna TV local las ha recuperado por la puerta de atrás).
Lo que pretendo aquí es hacer un recuerdo personal de algunas series de mi primera infancia, lo que implica que algunas de ellas estaban dirigidas a un público como mucho adolescente, y tal vez no serían las mejores, pero como digo, es una pequeña visión nostálgica en la que no influyen ni la cantidad (seguramente me esté olvidando de muchas) ni la calidad (en todo caso destacar que ninguna de ellas es una producción norteamericana), y por tanto el propio lenguaje a la hora de describirlas será posiblemente demasiado coloquial, ya que estará basado en mi propia memoria y no en referencias externas que por cierto, en español son escasas en la red. Además espero contribuir a que aquellos que busquen algo al respecto tengan un punto de referencia. Lo dividiré en dos partes para que no se haga demasiado largo de una sola vez.
Los hombres del mañana
Esta era la cabecera de The tomorrow people, título original de Los hombres del mañana. Esta serie fue producida por la Thames (si, esa que salía la Torre de Londres reflejada bajo un cielo azul y que dio pie a tantas series) para la ITV y el creador fue Roger Price. La serie originalmente comenzó a emitirse a principios de los 70, se extendió durante toda la década y al parecer tuvo una continuación a mediados de los 90 que desconozco.
Los protagonistas eran un grupo de niños y jóvenes que tenían capacidades más avanzadas que el resto de los humanos, como la posibilidad de comunicarse telepáticamente entre ellos, y su centro de operaciones se localizaba en una vieja estación de metro, desde donde combatían amenazas tipicas de los productos Sci-fi, especialmente extraterrestres y supervillanos varios, al estilo de otras series compatriotas como Dr. Who o la mas reciente Torchwood, junto a un Superordenador llamado Tim que les podía teletransportar.
Originalmente en el Reino Unido tuvo 8 temporadas, las cuales se subdividían en tramas con titulos como Los esclavos de Jedikiah, La estirpe de la medusa o La guerra de los Imperios, que cubrían 3 ó 4 capítulos cada una.
Al ser una serie popular en su país de origen, es relativamente fácil de hallar, eso si, en inglés (hacerlo con la versión en español es misión imposible). Los actores protagonistas mas habituales (ya que algunos cambiaron en las diferentes temporadas) fueron Nicholas Young, Peter Vaughan-Clarke o Elizabeth Adare, mientras que la voz de Tim corrió a cargo de Philip Gilbert.
(CONTINUARA)
De hecho en los últimos tiempos (aunque nunca se han dejado de hacer) creo que hay un cierto auge de este tipo de series: Heroes, Medium, True blood, Moonlight, Torchwood, Dresden, Sobrenatural, Jekyll, Pesadillas y alucinaciones, Maestros del Terror y tantas otras, incluso en países de habla española como México con 13 miedos y la defenestrada resurrección en España de Historias para no dormir, desterrada tristemente al mercado del DVD por Tele 5, algo por cierto habitual en nuestro país con estos productos televisivos atípicos (recuerdo a finales de los 80 y principios de los 90, dos series de episodios independientes, como Historias del otro lado, tras la que estaba Garci y sus habituales colaboradores, y la más oscura Crónicas del mal, en la que colaboraron directores como Iván Zulueta, completamente proscritas por TVE y que no han tenido jamás a bien reponer ni sacar a la venta, y solo alguna TV local las ha recuperado por la puerta de atrás).
Lo que pretendo aquí es hacer un recuerdo personal de algunas series de mi primera infancia, lo que implica que algunas de ellas estaban dirigidas a un público como mucho adolescente, y tal vez no serían las mejores, pero como digo, es una pequeña visión nostálgica en la que no influyen ni la cantidad (seguramente me esté olvidando de muchas) ni la calidad (en todo caso destacar que ninguna de ellas es una producción norteamericana), y por tanto el propio lenguaje a la hora de describirlas será posiblemente demasiado coloquial, ya que estará basado en mi propia memoria y no en referencias externas que por cierto, en español son escasas en la red. Además espero contribuir a que aquellos que busquen algo al respecto tengan un punto de referencia. Lo dividiré en dos partes para que no se haga demasiado largo de una sola vez.
Los hombres del mañana
Esta era la cabecera de The tomorrow people, título original de Los hombres del mañana. Esta serie fue producida por la Thames (si, esa que salía la Torre de Londres reflejada bajo un cielo azul y que dio pie a tantas series) para la ITV y el creador fue Roger Price. La serie originalmente comenzó a emitirse a principios de los 70, se extendió durante toda la década y al parecer tuvo una continuación a mediados de los 90 que desconozco.
Los protagonistas eran un grupo de niños y jóvenes que tenían capacidades más avanzadas que el resto de los humanos, como la posibilidad de comunicarse telepáticamente entre ellos, y su centro de operaciones se localizaba en una vieja estación de metro, desde donde combatían amenazas tipicas de los productos Sci-fi, especialmente extraterrestres y supervillanos varios, al estilo de otras series compatriotas como Dr. Who o la mas reciente Torchwood, junto a un Superordenador llamado Tim que les podía teletransportar.
Originalmente en el Reino Unido tuvo 8 temporadas, las cuales se subdividían en tramas con titulos como Los esclavos de Jedikiah, La estirpe de la medusa o La guerra de los Imperios, que cubrían 3 ó 4 capítulos cada una.
Al ser una serie popular en su país de origen, es relativamente fácil de hallar, eso si, en inglés (hacerlo con la versión en español es misión imposible). Los actores protagonistas mas habituales (ya que algunos cambiaron en las diferentes temporadas) fueron Nicholas Young, Peter Vaughan-Clarke o Elizabeth Adare, mientras que la voz de Tim corrió a cargo de Philip Gilbert.
(CONTINUARA)
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