viernes, 30 de enero de 2009

RECORDANDO ALGUNAS SERIES DE TV (2)

Dentro del laberinto



No confundir esta serie con la película con música y marionetas dirigida por Jim Henson y protagonizada por Jennifer Connelly y un David Bowie en su momento más hortera y menos inspirado.
Esta producción de la HTV británica fue realizada a principios de los 80 y emitida en España a partir de 1982, en 3 temporadas (con 7 capítulos cada una de 30 minutos), si bien en la última desaparecían la mayoría de protagonistas de las dos primeras y resultaba muy inferior a ellas, dando muestras de agotamiento.

El argumento, escrito por el propio director Peter Graham Scott junto a Bob Baker (responsable de varios episodios de Dr. Who), se inicia con una pareja de hermanos que están jugando en el bosque y topan con una tormenta que les lleva a refugiarse en una cueva (las cavernas de Cheddar, que existen realmente y salían en los créditos de la serie). Ahí se encuentran con Phil, un chaval de raza negra algo mas mayor, en su misma situación. Escuchan una llamada de socorro y rescatan a Rothgo (interpretado por el actor Ron Moody que hacía el papel de Fagin en la versión musical de Oliver Twist, Oliver, dirigida por Carol Reed en 1968), un mago inmortal (de los buenos) y que ha quedado muy debilitado tras su enfrentamiento con Belor (Pamela Salem), su oponente femenina y la mala de la serie; ambos buscan una especie de fuente de energía llamada Nidus, y para ayudar a Rothgo, los chicos debían viajar en el tiempo por diferentes épocas (desde la Revolución Francesa a la antigua Grecia, eso si, sin salir de la gruta), en las cuales coinciden con ambos magos “disfrazados”. El Nidus se identifica por una especie de brillo que podía encontrarse en algún objeto concreto y por ello se busca con espejos y otras cosas reflectantes. Una vez era hallado, debían juntar sus brazos e invocar al mago que debía reclamar la energía, pero Belor podía denegárselo y se iniciaba un enfrentamiento entre ambos. Al final de la primera temporada, se hacían con el Nidus y Belor era destruida, Rothgo les regalaba a los niños una especie de cristales mágicos en agradecimiento y les borraba la memoria.

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Pero en la 2ª temporada los cristales les vuelven a llevar a la cueva y se encuentran con una situación similar a la del principio tras la resurrección de Belor, y que vuelve a terminar con el triunfo del Bien.
En la 3ª temporada solo se mantuvieron los personajes de Phil y Belor, el mago bueno era ahora un tal Lazlo (Chris Harris), un personaje bastante ridículo que en ningún momento tuvo el carisma de su antecesor y esta temporada pasó desapercibida e incluso no recuerdo si se emitió completa en España, adonde llegó con retraso. Sin duda fue una de mis series favoritas en aquel momento y se ha reeditado recientemente en DVD (solo en inglés).
Hoy en día cantan mucho los efectos especiales, que resultan casi pueriles, así como algunas escenas de los enfrentamientos “cósmicos” que parecen repetidas. En el aspecto argumental e interpretativo la serie era imaginativa y además tuvo el mérito de recrear varios momentos históricos (con un presupuesto limitado) lo que además podía resultar instructivo para el público destinatario, de hecho la serie contó con suficiente éxito para ser repuesta varias veces en nuestro país, y hoy en día, con el auge de videojuegos e historias de tipo mágico, no desentonaría, excepto por los detalles mencionados anteriormente.

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The children of the stones

Conocida en España como Los chicos de las piedras o tal vez Los chicos de Stonehenge (creo que no transcurría realmente en este lugar), fue otra producción de la prolífica HTV inglesa, emitida por la ITV, que al parecer formaba una especie de trilogía (The third eye) con la mencionada Dentro del Laberinto, y no sé si con la que trataré a posteriori, Bajo la Montaña. Originalmente es de finales de los 70, pero aquí se emitió a principios de la década siguiente. Los creadores fueron Jeremy Burnham y Trevor Ray.

Un astrofísico y su hijo llegan a una pequeña localidad de la campiña inglesa, caracterizada por estar rodeada de una formación de menhires que incluyen una especie de santuario de antiguos cultos. Precisamente, la labor del investigador es estudiar estas piedras y sus posibles efectos de magnetismo.
Rápidamente observan que los habitantes del pueblo son extrañamente amables, que de vez en cuando se reúnen en circulo en torno a una iglesia abandonada y que parecen mostrar cierta sumisión a un rico hacendado de la localidad (que además es el casero de los protagonistas) y que revela grandes conocimientos en cuestiones científicas. Otros personajes son una madre y su hija recién llegadas al pueblo (por tanto ajenas a lo que sucede) y que entablan amistad con los protagonistas, y un vagabundo que vive en el círculo de piedras y dice estar por ello protegido.



Las primeras investigaciones indican que hay algo extraño en torno a la formación megalítica, de hecho al tocar los menhires se recibe una especie de descarga de energía. No voy a contar más por si alguien puede verla y prefiere descubrirlo por sí mismo.
La serie producía de niño un cierto malrollismo (si se me permite inventar esta palabra), sobre todo vinculada a la sensación de las piedras como seres vivos, o al hecho de enfocar constantemente un cuadro que hay en la casa, en el cual aparece gente danzando en la oscuridad (no recuerdo si junto a las piedras) en torno a una especie de fuego o luminosidad; escenas todas ellas aderezadas con una mas que inquietante música minimalista consistente en un coro a capella, al estilo de la que se oye cuando aparece el monolito de 2001, y mantiene cierta fuerza vista de adulto (es fácil de encontrar en inglés, aparte que sus escasos 7 capítulos de 25 minutos no cansan).
No es necesario destacar la sobriedad de una serie británica y la profesionalidad de intérpretes como Gareth Thomas, Iain Cuthbertson o Freddie Jones. Eso si, una serie quizá excesivamente compleja para un público adolescente al que pudiera ir dirigida.

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Bajo la montaña (Under the mountain)

Serie neozelandesa algo posterior en cuanto a su emisión que las referidas, aunque la fecha de producción original es similar (1982). En ella, nos encontramos con una pareja de niños gemelos que, en sus vacaciones, tienen enfrente una extraña familia de vecinos, los Wilberforce, que viajan en un Rolls Royce, y que en realidad son unos alienígenas cuya verdadera forma es la de babosas del tamaño de un hombre, con la finalidad de destruir el planeta.
Un anciano que en realidad es otro extraterrestre de una raza en combate con aquellos, tuvo un encuentro con los gemelos una vez estos se perdieron siendo mas pequeños, ayudándoles, y descubriendo que tenían ciertas facultades extrasensoriales que los convierte en elegidos para destruir a las babosas. Para ello solo hay un método, que si falla puede provocar su destrucción (como ya ocurrió con otros destinados a esa misión), e incluso la de la humanidad.

Les entrega a cada uno unas piedras, roja y azul respectivamente, con las cuales en un momento determinado deben crear, desde lo alto de un volcán, una especie de campo de energía que servirá para acabar con los extraterrestres-babosa.
Recuerdo vagamente que estos habían creado una especie de pasadizo viscoso que conducía al mar. Por supuesto, no cuento la resolución, aunque la verdad es que no la recuerdo con exactitud.
Sobre esta serie hay tan pocas referencias en la red como posibilidades de recuperar sus episodios. Para mi sorpresa, y no ha podido ser mas oportuna esta reseña, se va a hacer una versión en 2009 en la propia Nueva Zelanda, con guión del propio creador original Maurice Gee, eso si, desconozco si llegará a los cines españoles o incluso será un producto únicamente para la TV. Eso si, el primer capítulo completo está colgado en la red en versión original, y es esto que viene a continuación.




Chocky

John Wyndham es un escritor de ciencia ficción bastante e injustamente desconocido fuera del Reino Unido, excepto para los que somos muy aficionados al género. De su mano salieron novelas como El día de los Trífidos, historia post-apocalíptica sobre una invasión de plantas carnívoras gigantes producidas en laboratorios secretos, ante una humanidad que ha quedado en su mayor parte ciega tras observar unas luces en el cielo (con excepción de algunos supervivientes que tratan de salir adelante entre el caos, en los cuales se centra la historia), llevada al cine en 1962 (que también conoció, por cierto, una versión televisiva por la BBC en 1981, de la cual hablaría, pero tuvo poca distribución en España), y que posee muchos elementos que seguramente fueron tomados por Danny Boyle para su film 28 días después (desde el mismo comienzo, que es practicamente calcado en ambos casos). Pero también escribió obras como El misterio de las profundidades, Los cucos de Midwich, que dio lugar a la/s película/s El Pueblo de los Malditos (tanto la original de 1960 como el remake de John Carpenter en los 90) o Chocky, a la que nos referimos.



Chocky, como todas las referidas anteriormente, es una serie de culto sobre un niño, Matthew, que habla con un amigo imaginario (materializado ante él como una especie de nebulosa), situación que acaba preocupando a sus padres. Pero este amigo es en realidad un/a extraterrestre, eso si, con fines pacíficos (pretende saber cosas de la vida en la Tierra y ayuda a mejorar la inteligencia de Matthew hasta convertirlo en un superdotado), nada que ver con los anteriormente citados. Pero esto le pone en peligro, porque hay oscuros intereses que secuestrarán al niño para obtener información.
Adaptada por Anthony Read para la Thames, la serie constó de 6 capítulos de una media hora de duración, protagonizados por el niño Andrew Ellams. Y conoció una segunda y tercera parte con cambios de argumento y personajes.
Por cierto acabo de enterarme, al tiempo de escribir esto, que al parecer Spielberg prepara una adaptación. Así pues, al igual que en Bajo la montaña, ha sido oportuno este recordatorio.

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El joven Sherlock (Young Sherlock: The mystery at Manor House)

Olvidada adaptación realizada en 1982 (y emitida algo después en España) del famoso detective en época adolescente y juvenil. Nada que ver con la posterior película del mismo nombre conocida en España como El secreto de la pirámide.
Me permito mencionar esta serie dada la poca información en español que hay sobre ella en la red, y por mi afición al personaje. Creo recordar que, tras morir algún familiar directo, este joven Sherlock Holmes era llevado a casa de unos tíos o similar, donde desarrollaba sus talentos poniendo al descubierto una conspiración para asesinar (o derrocar) a la reina Victoria, en la que estaban implicados ingleses e hindúes.

Protagonizada por Guy Henry, secundario habitual al que hemos podido ver recientemente con papeles en Extras o Roma, junto a Christopher Villiers interpretando a un primo lejano de Holmes que acaba siendo Moriarty, creo recordar, y como curiosidad, Lewis Fiander, uno de los protagonistas de ¿Quien puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976), haciendo de sirviente hindú.

Por cierto, esta serie coincidió en las pantallas temporalmente con otra breve producción británica injustamente olvidada, Cribb, protagonizada por un detective de Scotland Yard (el que daba título a la serie, interpretado por Alan Dobie) al mas puro estilo Sherlock Holmes y ambientada en su misma época (contando por supuesto con un Watson particular), y basada en la novelas de Peter Lovesey.

RECORDANDO ALGUNAS SERIES DE TV (1)

La verdad es que aunque si que he dedicado algún artículo relativo y exhaustivo al tema, reconozco que no he tocado demasiado la cuestión de las series de TV de género fantástico y terrorífico, sobre todo valorando que en mi infancia abundaban producciones de calidad en este sentido que contribuyeron a mi afición al tema, junto a otras que se reponían de épocas pretéritas.

De hecho en los últimos tiempos (aunque nunca se han dejado de hacer) creo que hay un cierto auge de este tipo de series: Heroes, Medium, True blood, Moonlight, Torchwood, Dresden, Sobrenatural, Jekyll, Pesadillas y alucinaciones, Maestros del Terror y tantas otras, incluso en países de habla española como México con 13 miedos y la defenestrada resurrección en España de Historias para no dormir, desterrada tristemente al mercado del DVD por Tele 5, algo por cierto habitual en nuestro país con estos productos televisivos atípicos (recuerdo a finales de los 80 y principios de los 90, dos series de episodios independientes, como Historias del otro lado, tras la que estaba Garci y sus habituales colaboradores, y la más oscura Crónicas del mal, en la que colaboraron directores como Iván Zulueta, completamente proscritas por TVE y que no han tenido jamás a bien reponer ni sacar a la venta, y solo alguna TV local las ha recuperado por la puerta de atrás).

Lo que pretendo aquí es hacer un recuerdo personal de algunas series de mi primera infancia, lo que implica que algunas de ellas estaban dirigidas a un público como mucho adolescente, y tal vez no serían las mejores, pero como digo, es una pequeña visión nostálgica en la que no influyen ni la cantidad (seguramente me esté olvidando de muchas) ni la calidad (en todo caso destacar que ninguna de ellas es una producción norteamericana), y por tanto el propio lenguaje a la hora de describirlas será posiblemente demasiado coloquial, ya que estará basado en mi propia memoria y no en referencias externas que por cierto, en español son escasas en la red. Además espero contribuir a que aquellos que busquen algo al respecto tengan un punto de referencia. Lo dividiré en dos partes para que no se haga demasiado largo de una sola vez.

Los hombres del mañana



Esta era la cabecera de The tomorrow people, título original de Los hombres del mañana. Esta serie fue producida por la Thames (si, esa que salía la Torre de Londres reflejada bajo un cielo azul y que dio pie a tantas series) para la ITV y el creador fue Roger Price. La serie originalmente comenzó a emitirse a principios de los 70, se extendió durante toda la década y al parecer tuvo una continuación a mediados de los 90 que desconozco.

Los protagonistas eran un grupo de niños y jóvenes que tenían capacidades más avanzadas que el resto de los humanos, como la posibilidad de comunicarse telepáticamente entre ellos, y su centro de operaciones se localizaba en una vieja estación de metro, desde donde combatían amenazas tipicas de los productos Sci-fi, especialmente extraterrestres y supervillanos varios, al estilo de otras series compatriotas como Dr. Who o la mas reciente Torchwood, junto a un Superordenador llamado Tim que les podía teletransportar.

Originalmente en el Reino Unido tuvo 8 temporadas, las cuales se subdividían en tramas con titulos como Los esclavos de Jedikiah, La estirpe de la medusa o La guerra de los Imperios, que cubrían 3 ó 4 capítulos cada una.
Al ser una serie popular en su país de origen, es relativamente fácil de hallar, eso si, en inglés (hacerlo con la versión en español es misión imposible). Los actores protagonistas mas habituales (ya que algunos cambiaron en las diferentes temporadas) fueron Nicholas Young, Peter Vaughan-Clarke o Elizabeth Adare, mientras que la voz de Tim corrió a cargo de Philip Gilbert.

(CONTINUARA)

lunes, 29 de diciembre de 2008

LA GUERRA DE LOS MUNDOS DE WELLS, SEGUN WELLES, 70 AÑOS DESPUES

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N. del A.: Este artículo se publicó originalmente a principios de noviembre de 2008, de ahí que haya cierto desfase temporal en las fechas de las que se habla.


Durante estos días (aunque lleguemos con algo de retraso) se ha hecho alguna referencia en los medios (no demasiadas, dado que estos temas vinculados a la cultura y especialmente al género literario fantástico no interesan demasiado, salvo casos concretos) al 70º aniversario del programa de radio que Orson Welles, entonces precoz actor y director teatral y artista polifacético, hizo en la cadena norteamericana CBS en colaboración con su compañía Mercury Theatre, y que adaptaba la novela de H.G. Wells
La guerra de los mundos, uno de los varios y excelentes clásicos que este autor inglés dejó para la posteridad de la entonces naciente ciencia-ficción y seguramente la primera ocasión (si me equivoco disculpen) en el que se trata la hipótesis de un ataque a la Tierra (en realidad a Londres y localidades cercanas, no consta que lleguen mucho mas lejos, pero no les cuento nada por si no leyeron el libro y deciden hacerlo) por parte de inteligencias extraterrestres (marcianos en este caso).
En realidad, Wells, detrás de esta historia, esconde una presumible crítica al colonialismo e imperialismo mas feroz que habian ejercido países como el suyo, y que implicaba, al igual que pretendían estos invasores alienígenas, la anulación de otras culturas y pueblos conquistados, e incluso podía producir la extinción de civilizaciones enteras y especies animales o vegetales si se hacía un mal uso de ese poder. Por otro lado, pretendía mostrar que una persona cualquiera (por eso seguramente apenas se dan datos del protagonista de la historia, para que el lector se identifique con el narrador) cambia radicalmente cuando se presenta ante una situación límite.

Portada de la edicion de 1913 de La guerra de los mundos

Pero lo que quería comentar era que la sui generis adaptación radiada de Welles, por si alguien aún no conoce la historia, se presentó (aunque se advirtió al principio y al final que era una ficción, y además dicha emisión duró menos de una hora) como un informativo de sucesos reales, con cronistas enviados al lugar donde habían aterrizado (mas bien caído) las naves cilíndricas utilizadas por los marcianos, efectos especiales... provocando, supuestamente, la histeria colectiva en millones de personas. Conviene recordar que el final de la novela, que no voy a desvelar, es relativamente feliz (pese a evocar el dramatismo de alguno de los hechos narrados y la moraleja referida antes), y ese hecho se respetó en la radio, con lo cual hay que pensar que la gente solo escuchó medio programa.
Y cuando me refiero a que supuestamente se provocó esa histeria, es porque hoy día se ha llegado a la conclusión que ese pretendido caos generado en millones de oyentes no fue ni mucho menos así, y que solo unas cuantas personas creyeron la veracidad de lo expuesto. Es decir, que no hubo éxodo masivo de las grandes ciudades ni nada por el estilo; en todo caso en las zonas rurales, mas incomunicadas, es donde pudo cundir una cierta inquietud.
No obstante, a lo largo de las décadas siguientes, en países como Ecuador, México o Portugal se hicieron adaptaciones propias siguiendo la pista de lo realizado por Welles, con reacciones adversas en la población que originaron consecuencias mas dramáticas y reales; sin embargo, estos hechos apenas han trascendido a nivel público, al contrario de lo de 1938, convertido en auténtica leyenda urbana.

Monumento a La guerra de los mundos en la ciudad inglesa de Woking, Surrey


A grandes rasgos, recordaremos dos adaptaciones cinematográficas, la realizada en 1953 por Byron Haskin, con buenos resultados y unos efectos especiales estimables que se llevaron el Oscar, pero muy alejada del texto de Wells, y situada en el contexto de la Guerra Fría que dio lugar a una época dorada de la Ciencia-Ficción y la Serie B (de ese mismo año es Invasores de Marte, de William Cameron Menzies); y está muy reciente la de Spielberg en 2005, que aunque recupera algunos elementos de la novela, sigue estando alejada y además se sitúa en el momento actual (me parece mas interesante la ambientación original en torno a 1900, en un mundo que empezaba a abrirse a la tecnología y donde no había aviones, combatiendo los ingenios marcianos con fuego de artillería y avanzando elementos como la guerra bacteriológica, en ambos sentidos).
También hubo, a finales de los 70, una curiosa adaptación musical de Jeff Wayne, en forma de doble LP que intercalaba narración y diálogos (tuvo versión española), con las canciones interpretadas por Justin Hayward de The Moody Blues; un gran éxito en su momento y que desgraciadamente amenaza con ser recuperado y encima convertido en musical.
Junto a ello, el variado filón de secuelas generadas por la novela incluye desde varios cómics a obras mas desconocidas como Sherlock Holmes’War of the worlds, escrita por Manly y Wade Wellman en 1975, que sitúan al popular detective en el contexto de La Guerra de los mundos.

Diferentes cadenas radiaron el 30 de octubre un programa conmemorativo de esta emisión, adaptándola al español con voces conocidas de nuestras ondas, pero como decía antes, no ha habido demasiado interés en promocionar este hecho. Así que para los interesados, dejo este enlace
a la página de The Mercury Theatre on the air que permite acceder a descargarse o escuchar la emisión original de la CBS.

lunes, 22 de diciembre de 2008

SOBREVIVIENDO A LA NAVIDAD

Vuelvo tras un pequeño intervalo sin publicar (aunque es bastante probable que a partir de ahora mis artículos en esta página se espacien más), y, pese a que las fiestas navideñas no sean mis fechas preferidas (más bien al contrario) del calendario (y cada año menos, este en especial), si que había pensado hacer referencia a algunos films del género relacionados de algún modo con ello.

Algo muy difícil si tenemos en cuenta que en estos días, y desde tiempo inmemorial, suelen primar las producciones taquilleras y para un público familiar, y los argumentos bienintencionados. Por cierto, ahora que hablo de estrenos en estos momentos del año, ¿Cómo puede gustarle a uno la Navidad si se aprovecha para estrenar un remake tan innecesario y fallido como Ultimátum a la Tierra, cargándose la obra maestra de Robert Wise en 1951 (de algunas películas no se deberían permitir nuevas versiones) y además, de forma totalmente oportunista en cuanto al argumento?.

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Y una vez hecho este inciso, me vienen a la mente al respecto, por ejemplo, las fechas en que se sitúa la acción de Gremlins (1983), o Pesadilla antes de Navidad (1993), de un Tim Burton más inspirado que en los últimos años (¿estuvo este hombre inspirado alguna vez, en realidad?), el episodio And all through the house de Cuentos de ultratumba (1972), ya comentada al hablar de los films británicos de episodios de la productora Amicus y que se revisó en la posterior serie televisiva americana Tales from the crypt, basada en los mismos cómics), e incluso Inocentada sangrienta (1986), un slasher que acaba convertido en parodia de los mismos, pero cuyo título original es April fool's day, porque en el mundo anglosajón el día de los Inocentes, efectivamente, es en temporada primaveral.

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Pero, sobre todo, Navidades Negras (1974), producción canadiense dirigida por Bob Clark, al que por cierto, ya es la tercera vez que menciono aquí (lo hice con la interesante Asesinato por decreto, al tratar el tema Sherlock Holmes y posteriormente con Children shouldn't play with dead things), y que fue pionera de los slashers, anticipándose a Viernes 13 o Halloween, sin que mucha gente sea consciente de ello.

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El tema es que hace un par de años se hizo una nueva versión, manteniendo el título pero no tanto el argumento, y que pasó por cierto relativamente desapercibida, mereciendo mejor suerte dentro de lo que cabe. Y lo lamento especialmente por el protagonismo en ella de una de mis chicas favoritas de los últimos tiempos, Mary Elizabeth Winstead, la cual va bien encaminada para convertirse en una scream queen (Destino final 3, Death proof o esta misma son algunos ejemplos).

Como ahora mismo esto es lo más acorde a la temática que se me ha ocurrido por Navidad (mucho peores son seguramente cualquiera de los programas especiales que invaden la TV por estas fechas), aprovecho, pese a todo, para darles la felicitación de rigor, ya que dudo que Fan-cine fantaterrorífico retorne antes de 2009; eso si, lo hará con ilusiones renovadas y muchas reseñas de interés (como las publicadas hasta ahora, espero).

lunes, 17 de noviembre de 2008

LOS MUNDOS ANIMADOS DE RALPH BAKSHI

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Ralph Bakshi ha sido uno de los autores que, desde un comienzo, intentó renovar la producción de cine animado norteamericano, teniendo en cuenta, además, que sus primeros trabajos coincidieron con la crisis que experimentó el género a partir de la segunda mitad de los 60.

Nacido en Palestina en 1938, cuando este territorio estaba bajo dominio británico, se trasladó de muy pequeño a New York con su famila, huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Una vez graduado en la Escuela de Arte, comenzó rapidamente a trabajar en el mundo de los dibujos animados, coloreando personajes del popular estudio de animación TerryToons, entre ellos el famoso Super Ratón (Mighty Mouse), en la que fue la última y decadente etapa de estas producciones.

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No obstante, el trabajo de Bakshi destacó tanto que la Paramount le contrató para encargarse de varios films de animación, como dibujante y director. En concreto dos cortos, Marvin digs y Mini Squirts, a partir de 1967, y el largo Fritz the cat en 1972, basado en los cómics de uno de los iconos underground, Robert Crumb, y seguramente uno de los primeros intentos, o el primero, de dibujos animados para adultos (llegó a obtener la calificación X en su momento, quizá por tratarse de un film de animación, pero lo considero exagerado). De cualquier forma, aunque Fritz... tuvo cierto éxito, Crumb renegó de la adaptación cinematográfica de su personaje (que incluso tuvo alguna secuela, ya sin la presencia de Bakshi), hasta el punto de dejar de dibujar al popular felino.

El éxito permitio a Bakshi realizar al año siguiente Heavy traffic, lo que supuso un cambio de registro también por el hecho de que, como haría posteriormente en El Señor de los Anillos, mezclaba imagen real con dibujos y la vieja técnica del rotoscopio, que consiste en dibujar sobre actores de carne y hueso filmados previamente. Este es el trailer.




Después siguieron un par de títulos menores, Streets fights y Wizards, para acometer el gran proyecto (coincidiendo con un renovado interés por la obra en aquel momento y una adaptación animada reciente de El Hobbit para TV), inicialmente previsto en dos partes, de The Lord of the rings, una adaptación que tenía en mente el director británico John Boorman en un solo film (!) y con personajes reales, pero este no llegó a un acuerdo con el propietario de los derechos, el productor Saul Zaentz.

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La verdad es que se habló mucho de este film cuando se estrenaron las películas de Jackson, y no puedo añadir mas, pues daría para otro artículo. Hay una gran división entre los detractores y defensores. En todo caso, creo que sus defectos vienen de la innecesaria mezcla de animaciones, que a veces resulta arcaica y tosca para 1978, del problema de comprimir libro y medio en una película de dos horas (lo que hace que la acción vaya a salto de mata y todo ocurra de forma muy rápida y esquemática, complicando las cosas a los que no hayan leído el libro) y la caracterización de algunos personajes claves del libro resulta discutible.

En el haber me gustaría mencionar que Peter Jackson, que afirma desconocer la adaptación de Bakshi, creo que miente, pues se inspira descaradamente en ella en muchos momentos, como en el aspecto de los jinetes negros (no en el de los Hobbits, más fiel en la animación), en la utilización de un prólogo introductorio o en la supresión de los mismos pasajes del texto en ambos casos. Hay que destacar también de la versión de Bakshi la fidelidad a la novela y lo impactante de algunas secuencias.

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El Señor de los Anillos resultó un fracaso mas relativo que real, ya que tuvo cierto éxito, pero los productores esperaban un impacto mucho mayor, en atención a la inversión realizada. Así que El Retorno del Rey acabó adaptándose dos años después con los mismos productores, pero en las manos de Jules Bass y Harry Rankin, comenzando la trama donde había acabado la anterior y enfocando el argumento a un público infantil, que la deja como una curiosidad casi desconocida incluso para los seguidores de Tolkien.

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Despues de esto llegó otro titulo destacable aunque a nivel minoritario, American Pop, en 1981, que narraba la evolución de varias generaciones de una familia de músicos, y que incluía en la banda sonora temas que iban, entre otros, de Gershwin a Herbie Hancock, Bob Dylan, Jimi Hendrix, The Velvet Underground o The Doors.

Posteriormente, con Tygra, hielo y fuego (1983) trataba de seguir la pista perdida de El Señor de los Anillos, mezclada con la épica de cómics como Conan (de hecho, se hizo en colaboración con el dibujante Frank Frazetta, autor de numerosas viñetas fantásticas), en la que un héroe debe salvar a una princesa de un malvado que puede dominar el hielo.

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A mi juicio, Tygra... supuso el canto de cisne del mejor Bakshi, ya que se enfrascó en una serie de productos menores, y el fracaso de Cool World (1991), planteada como una especie de versión adulta de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Who framed Rogger Rabbit, dirigida por Robert Zemeckis en 1988) y que no funcionó comercialmente ni artisticamente, relegó de forma definitiva al dibujante y realizador a un segundo plano.

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Durante los últimos años, Bakshi ha seguido haciendo algunas cosas poco relevantes, como guionista y productor para la cadena HBO, pero valga este texto para reivindicar parte de la obra de este autor, que sin ser un Miyazaki, merece una cierta reivindicación de sus creaciones, todo lo contrario de lo que ocurre.

sábado, 8 de noviembre de 2008

ALMAS DE METAL (1973)

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Estos últimos días nos ha sorprendido la noticia del fallecimiento de Michael Crichton (1942-2008), doctor en medicina, escritor, guionista y director de cine. Y como pensaba dedicarle antes o después un espacio a esta película, he pensado que era una buena idea hacerlo ahora, a modo de recordatorio de su creador.

Si bien la trayectoria de Crichton se ha movido casi siempre en todas sus facetas en ámbitos multitudinarios (es autor de las novelas, y en la mayoría de casos, también del guión, de La amenaza de Andrómeda, El Hombre Terminal, El gran asalto al tren, Esfera, Congo, Twister, El guerrero nº 13, Parque Jurásico o Sol Naciente, y director de películas como la que hoy nos ocupa o Coma) los resultados a nivel cualitativo no han sido, en la mayoria de los casos, brillantes.

Sin embargo, creo que Westworld (título original del film que comento) puede ser una excepción, pues sin ser una obra maestra y habiendo perdido algo con los años, me parece un producto recuperable e interesante, precedente claro de impactantes éxitos de la ciencia ficción ochentera, como la saga Terminator e incluso otra entretenida película dirigida por el propio Crichton, Runaway brigada especial (1984) con Tom Selleck y un divertido Gene Simmons, miembro del grupo Kiss, haciendo de malvado.

En Almas de metal, encontramos en cierto modo un precedente de lo que luego veremos en la saga jurásica, ya que la acción se sitúa en una especie de parque temático (en época futura, creo recordar, pese a las arcaicas pantallas monocromáticas de los ordenadores que se utilizan, que además funcionan con cinta) en la que se representan 3 etapas históricas: Imperio Romano, Edad Media y el Oeste Americano (¿es casual que sean los momentos mas representados por la industria de Hollywood?, ¿tal vez una metáfora de Crichton?), poblados por robots idénticos a los humanos, excepto un defecto en las manos que los diferencia.

Estos cyborgs están programados para obedecer en todo a los humanos; por ejemplo, en la zona del Western se programan incluso duelos con revólveres, donde la principal atracción es un autómata conocido como El Pistolero (interpretado por un excelente Yul Brynner, en una de sus pocas incursiones en el género fantástico), y en el que las personas siempre deben ganar.
Pero a lo largo de la película vamos comprobando que no es oro todo lo que reluce: poco a poco se van produciendo pequeños fallos donde todo se suponía que era perfecto, y los robots empiezan a rebelarse. En un duelo en la zona medieval, un visitante resulta muerto, y tras ello, los técnicos deciden cortar el suministro.

Entretanto, los dos protagonistas, interpretados por el posteriormente director Richard Benjamin y por James Brolin, son ajenos a lo que ocurre, ya que han tenido una pelea y se han emborrachado. Al despertar, el personaje de Brolin, que desconoce el cambio producido, reta a un duelo al Pistolero, con las fatales lógicas consecuencias, y a partir de ahí se produce una persecución al amigo superviviente a través del parque desierto, lleno de cadáveres de visitantes y robots desconectados, en la que el cyborg se muestra incansable y casi invulnerable.

Aún con sus defectos, se trata seguramente de uno de los mayores aciertos de Crichton, tanto en el texto como detrás de la cámara, y dio lugar a una secuela, Almas de Metal 2 (Futureworld, 1976) dirigida por Richard T. Heffron y sin Crichton tampoco en el guión, manteniendo diferencias argumentales con la original, pese a transcurrir en el mismo y ahora reconstruido parque y contar con una pequeña aparición de Brynner, resultando esta segunda parte un producto curioso (con la presencia de Peter Fonda, por ejemplo) pero con un corte casi telefílmico, y tan intrascendente como olvidable (y olvidada).


viernes, 31 de octubre de 2008

AMICUS FILMS O EL CINE BRITANICO DE EPISODIOS EN LOS 60 Y 70

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Durante los años 60, los norteamericanos Milton Subotsky y Max J. Rosenberg crearon en Inglaterra la productora Amicus Films, que se especializaría en cine fantaterrorifico, un género con el que ambos fundadores ya habían tenido contacto en su país de origen.

La principal característica de la Amicus, y aquello por lo que más se la recuerda hoy día, son las películas de episodios (de hecho, su primera creación ya iba en esa dirección y fue tal vez la mejor de ellas, Doctor Terror, dirigida por Freddie Francis en 1965), convirtiéndose en la competencia directa de la Hammer y llegando a contar con alguno de los actores y directores mas representativos de esa factoría británica, como el propio Peter Cushing, que ya protagonizó la anteriormente citada y repetiría en varias más de las que ahora vamos a hablar.

Pese a lo dicho, esta compañía también produjo varios ejemplos de películas de una sola pieza, aunque con resultados irregulares, como La carrera de la muerte (Gordon Hessler, 1969) o La bestia debe morir (Paul Annett, 1974). Por otro lado, también hay que destacar que se encargó de llevar a la pantalla grande por primera vez a la popular y más longeva serie de la ciencia ficción britanica, Doctor Who (que incluso ha generado spin-offs como Torchwood), en Dr. Who and The Daleks (1965) y Daleks - Invasion Earth 2150 AD (1966), ambas de Gordon Flemyng y de nuevo con Cushing como protagonista, siendo los únicos largometrajes basados en el personaje que se realizarían hasta muchos años después (con algunos problemas de producción, ya que el nombre de Amicus debió ser eliminado en una de ellas a solicitud de la compañía asociada, British Lion, debiendo crear la filial Aarus films).

Si me permiten un inciso para la reflexión, esto nos trae a la mente la habitual retroalimentación TV-Cine y más en un género como este, ya que algunas de las películas de las que vamos a hablar inspiraron seguramente posteriores producciones inglesas para la pequeña pantalla como Tensión (con guiones en algunos episodios de Robert Bloch, autor por ejemplo de Psicosis o de varios episodios de la serie Alfred Hitchcock presenta, y que escribió el libreto tambíén, además de otros largos de la Amicus, de The torture garden, la película que siguió, tres años después, la estela de Doctor Terror, o de The house that dripped blood y Asylum, en las que ahora profundizaremos), La casa del terror (Hammer House of horror) o Misterio (Hammer House of mystery & suspense), a las que dedicamos un buen espacio en su momento, y donde algunos de sus capítulos beben directamente en las fuentes de estas películas.
No podemos obviar el precedente de una serie televisiva como Viaje a lo desconocido, producida por la oponente Hammer que seguía la pista en las islas de la americana The twilight zone, de Rod Serling, con guiones en muchos casos de Richard Matheson.

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Dando marcha atrás en el tiempo, los antecedentes más claros en el cine británico los podemos encontrar en una producción clásica de la Ealing como Al morir la noche (Dead of night, 1945), en la que prácticamente por primera vez, nos encontramos con una película de este tipo.
Hay una trama común, en este caso unos personajes que son reunidos en un caserón, donde deben contar cada uno de ellos una narración de corte sobrenatural, que constituyen los diferentes episodios en que se divide el film. Para terminar, como ocurrirá de forma habitual en todas estas producciones, se vuelve a la historia inicial, que sirve de nexo común, y, al igual que aquí, normalmente con una sorpresa final. La diferencia podemos hallarla en que en Dead of night se contó hasta con cuatro realizadores (Basil Dearden, Charles Crichton -que dirigió mucho después Un pez llamado Wanda-, Alberto Cavalcanti y Robert Hamer, eficaces profesionales pero no brillantes), mientras que de los productos Amicus se encargó un solo director. Por otro lado, Al morir la noche ha perdido la capacidad de sorpresa que tuvo en su momento, sobre todo para el aficionado al género, no obstante, por su condición de pionera y sobre todo por sus dos últimos relatos sigue siendo una película a tener muy en cuenta.

Volviendo al presente que nos ocupa, tras comenzar el subgénero con las mencionadas Doctor Terror y The torture garden, es en los 70 cuando se produce el apogeo de este estilo.

Estas fueron las producciones Amicus de episodios en esa década:

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La mansión de los crímenes/ The house that dripped blood (1971): Como dijimos, cuenta con guión de Robert Bloch, pero la dirección del discreto Peter Duffell impide mejores resultados. Pese a todo, es un film correcto aunque, como todas estas películas, hay relatos con mejor nivel que otros, lo que a veces lleva a cierta irregularidad.
En el reparto, nos encontramos con habituales de estos films, como el inevitable Cushing, Christopher Lee o Denholm Elliott.
El escenario común es una investigación realizada en una vieja mansión acerca de unas desapariciones. En el primer episodio, Method for murder, un escritor imagina el personaje de un estrangulador que acaba existiendo en la vida real. En Waxworks, un hombre halla en un museo de cera una figura que se parece mucho a una mujer que amó en el pasado. El propietario de la exposición es en realidad un psicópata. En Sweets to the sweet, un padre tiene una hija problemática, y su nueva institutriz descubre que esto es debido a su afición al vudú, especialmente a un muñequito que es exactamente igual a su progenitor. The cloak trata sobre un actor que debe interpretar a un vampiro. Lo que no sabe es que la capa que ha comprado para llevar a cabo de su papel perteneció a un chupasangres auténtico, y empieza a notar cambios en su comportamiento. Tal vez esta sea la mejor de las historias.

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Refugio macabro/Asylum (1972): De nuevo con guión de Bloch a partir de relatos suyos, esta vez la dirección corresponde a Roy Ward Baker, un artesano habitual de muchas producciones Hammer (especialmente la excelente ¿Que sucedió entonces? en 1967, y algunas del subgénero vampírico) y de numerosos trabajos para la TV. Una vez más, tenemos a Cushing como protagonista, esta vez acompañado de Herbert Lom, Patrick Magee, Britt Ekland, Charlotte Rampling o Barbara Parkins. El hilo conductor son las historias que cuentan un grupo de pacientes de un psiquiátrico al aspirante a suceder al antiguo director, el cual se encuentra camuflado entre estos narradores, teniendo que adivinar el sustituto su identidad para conseguir su plaza.
Los episodios son:
Miedo helado: Un marido infiel asesina a su mujer tras acordarlo con su amante, la descuartiza y guarda los trozos de su cuerpo en el congelador que le acababa de regalar. Pero las diferentes partes de su esposa cobran vida y empiezan a aparecer por la casa moviéndose dentro de su envoltorio.
El Sastre: Un hombre recibe el encargo de confeccionar un traje con una tela muy extraña, y de hacerlo sólo a determinadas horas, determinadas por la astrología.
Lucy viene para quedarse: Una mujer, tras pasar por crisis nerviosas, visita a su hermano, el cual le asigna una enfermera debido a su situación, cosa que a ella le molesta. Mientras, una amiga le informa que quieren deshacerse de ella.
Los muñecos del horror: Un neurocirujano, encerrado en el sanatorio mental, se ha especializado durante su estancia en crear maniquís a imagen y semejanza de sus colegas de profesión. Acaba haciendo uno igual a él, al que cree que puede dar vida con el poder de su mente y utilizarlo con fines vengativos.
Como suele ocurrir, la última historia quizá sea la mejor, lo que deja, por regla general, buen sabor de boca tras visionar estos films. Pero además, Refugio macabro puede ser la más acertada cualitativamente de todas las expuestas, pese a que las diferencias entre todas ellas no las considero sustanciales.

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Condenados de ultratumba/ Tales from the crypt (1972): Aquí, Subotsky y Rosenberg pasan a adaptar los viejos comics terroríficos de la EC en los años 50, creados por Gaines y Feldstein, con todo lo que ello conlleva, ya que la presencia del humor negro se refuerza. Y además aciertan, pues con Tales... consiguen su mayor recaudación.
El encargado de la dirección es Freddie Francis, que repite tras Doctor Terror. El nexo común son unos personajes que llegan, siguiendo una guía turística, a una cripta donde el guardián (interpretado por el veterano Ralph Richardson, al que se añaden otra vez Cushing y Magee, más Joan Collins o Nigel Patrick, entre otros) les cuenta una serie de historias.
En And all through the house, una mujer desea asesinar a su marido la noche de Navidad. Al mismo tiempo, un psicópata disfrazado de Papa Noel se acaba de fugar. En Reflection of death, tal vez el mejor de todos los capítulos y donde se utiliza acertadamente el recurso de la cámara subjetiva, como en La Senda Tenebrosa (Delmer Daves, 1947), seguimos a una persona que ha sufrido un accidente de coche al abandonar a su esposa. Supuestamente recuperado del mismo, al intentar volver a su vida cotidiana nota cambios y extrañas reacciones en las personas con las que se va encontrando, incluidos sus allegados, motivados por algo que sabremos al final. En Poetic Justice, unos vecinos hacen la vida imposible a un anciano para que les venda su propiedad, provocando su suicidio. Wish you were here es una revisión de La pata de mono, famoso cuento de W.W. Jacobs. Por último, en Blind Alley los internos de un asilo para ciegos se vengan del maltrato de su nuevo intendente.
Francis, director no muy bien valorado, realiza un trabajo correcto en líneas generales, sin llegar al nivel de su anterior colaboración con la Amicus.

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Cuentos de ultratumba/From beyond the grave (1973): En este caso el punto de partida son unos relatos de R. Chetwynd-Hayes, y el director encargado es el tan discreto como prolífico Kevin Connor, entregado desde hace mucho al medio televisivo de forma casi exclusiva.
El nexo común aquí es una tienda de antigüedades (cuyo propietario es ¿adivinan quien?, exacto: Peter Cushing) y cuatro objetos de la misma que obtienen unos clientes, pero de forma irregular, lo que dará pie a las consiguientes historias:
The gate crasher: Edward compra un antiguo espejo a menor precio del real, engañando al vendedor. Tras realizar una sesión de espiritismo con él, en la que se ve trasladado en el espacio y el tiempo, una noche le llaman desde dentro del espejo. Se trata de alguien no humano que habita en el interior del mismo, y deberá alimentarlo con la sangre de victimas de sus asesinatos.
An act of kindness: Christopher, un oficinista aburrido de su vida, traba amistad con un ex-militar que vende cerillas en la calle; para hacerse pasar por soldado, roba una medalla de la tienda. Esto le permite conocer a la hija del ex-combatiente y pensará en deshacerse de su esposa con ayuda de ella.
The elemental: Un hombre compra una cajita cambiándole el precio para pagar menos. En el viaje de regreso, coincide con una vidente en el tren, que afirma que el objeto comprado contiene un elemental, extraño ser que solo ella puede ver. Pero además le informa que este es de los malos, lo que puede poner en peligro su vida y la de su esposa.
The door: Un hombre compra una puerta carísima y al instalarla en su casa comprueba con sorpresa que, a través de ella, accede a una extraña estancia que contiene un libro y el cuadro de un caballero. Pero descubre que alguien habita ese lugar.
Junto a Cushing, figuran en el reparto David Warner, Donald Pleasence o Lesley-Anne Down.

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La bóveda de los horrores/The vault of horror (1973): Nuevamente basándose en comics de la EC y otra vez con Roy Ward Baker en la dirección, llega la última producción Amicus de estas características y tal vez la menos interesante. De hecho, William Gaines, responsable de la editorial de comic books, rompió un contrato que tenía con la Amicus (en el cual habían acordado nuevos films inspirados en sus viñetas), disgustado por como había quedado la película.
Cinco personajes atrapados en un sótano dan pie a los episodios de turno: En el primero, Midnight mess, un hombre asesina a su hermana para quedarse con una herencia y después entra a un restaurante para celebrarlo. En The neat job, unos recién casados se instalan en su nueva casa y el marido se enfada porque cree que su esposa le cambia los objetos de lugar. En el tercero, This trick'll kill you, un mago asesina a una mujer para hacerse con una soga mágica de la India. Seguidamente, en el fragmento titulado Bargain in death, un hombre simula su muerte para cobrar el seguro, pero su falso cadáver es hallado por unos estudiantes de Medicina, que pretenden experimentar con él. Y en el quinto y último, Drawn and quartered, un pintor se venga de sus representantes pintando cuadros de ellos que, al ser destruidos, provocan también su muerte.
Sin Cushing esta vez, repite Denholm Elliott, que ya aparecía en La mansión de los crímenes, junto a Curd Jurgens o Dawn Addams.

En 1977 desapareció oficialmente la Amicus, pero Subotsky aún tuvo tiempo de crear la Sword and Sorcery Productions, que realizó un par de films en esta línea, The uncanny (Dennis Heroux, 1977) y El Club de los monstruos (The monster club), dirigida por Roy Ward Baker en 1980, y basada nuevamente en relatos de Chetwynd Hayes, que aparece además como personaje, interpretado por John Carradine, siendo mordido por un vampiro (Vincent Price), que al conocer su identidad le lleva a dicho club donde se le narran unas historias, destacando especialmente la tercera, Humgoo story, la única estrictamente terrorífica ya que el resto tiene un tono más bien paródico (De hecho, aparece un personaje llamado Lintom Busotsky, presentado como un "vampiro productor cinematográfico"). Pero, pese a ello y a los actores protagonistas, la película se pierde en su corte casi telefílmico y en unos números humorísticos y musicales (aparecen grupos como los Pretty Things y creo recordar que unos primerizos UB 40), quizá concesión a un público joven, que la dejan como una curiosidad inferior a sus precedentes.


Si bien Dan Curtis, especialista del terror de serie B y televisivo en los USA, ya había hecho algo similar en los años dorados de la Amicus, es en los 80, finiquitado el cine de terror británico de episodios, cuando los americanos toman el relevo, con películas como En los límites de la realidad (1983), en la que no me extiendo pues ya hablamos largamente de ella (al igual que de Curtis) en el amplio artículo que dedicamos a Matheson, Creepshow (George A. Romero, 1982), Creepshow 2 (Michael Gornick, 1987), Los ojos del gato (Lewis Teague, 1985) o El gato infernal (John Harrison, 1990), estas cuatro últimas muy relacionadas con el multimillonario escritor Stephen King, con resultados en la mayoria de casos al menos curiosos y entretenidos, pero que supusieron probablemente el canto de cisne de este estilo cinematográfico.