lunes, 17 de noviembre de 2008

LOS MUNDOS ANIMADOS DE RALPH BAKSHI

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Ralph Bakshi ha sido uno de los autores que, desde un comienzo, intentó renovar la producción de cine animado norteamericano, teniendo en cuenta, además, que sus primeros trabajos coincidieron con la crisis que experimentó el género a partir de la segunda mitad de los 60.

Nacido en Palestina en 1938, cuando este territorio estaba bajo dominio británico, se trasladó de muy pequeño a New York con su famila, huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Una vez graduado en la Escuela de Arte, comenzó rapidamente a trabajar en el mundo de los dibujos animados, coloreando personajes del popular estudio de animación TerryToons, entre ellos el famoso Super Ratón (Mighty Mouse), en la que fue la última y decadente etapa de estas producciones.

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No obstante, el trabajo de Bakshi destacó tanto que la Paramount le contrató para encargarse de varios films de animación, como dibujante y director. En concreto dos cortos, Marvin digs y Mini Squirts, a partir de 1967, y el largo Fritz the cat en 1972, basado en los cómics de uno de los iconos underground, Robert Crumb, y seguramente uno de los primeros intentos, o el primero, de dibujos animados para adultos (llegó a obtener la calificación X en su momento, quizá por tratarse de un film de animación, pero lo considero exagerado). De cualquier forma, aunque Fritz... tuvo cierto éxito, Crumb renegó de la adaptación cinematográfica de su personaje (que incluso tuvo alguna secuela, ya sin la presencia de Bakshi), hasta el punto de dejar de dibujar al popular felino.

El éxito permitio a Bakshi realizar al año siguiente Heavy traffic, lo que supuso un cambio de registro también por el hecho de que, como haría posteriormente en El Señor de los Anillos, mezclaba imagen real con dibujos y la vieja técnica del rotoscopio, que consiste en dibujar sobre actores de carne y hueso filmados previamente. Este es el trailer.




Después siguieron un par de títulos menores, Streets fights y Wizards, para acometer el gran proyecto (coincidiendo con un renovado interés por la obra en aquel momento y una adaptación animada reciente de El Hobbit para TV), inicialmente previsto en dos partes, de The Lord of the rings, una adaptación que tenía en mente el director británico John Boorman en un solo film (!) y con personajes reales, pero este no llegó a un acuerdo con el propietario de los derechos, el productor Saul Zaentz.

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La verdad es que se habló mucho de este film cuando se estrenaron las películas de Jackson, y no puedo añadir mas, pues daría para otro artículo. Hay una gran división entre los detractores y defensores. En todo caso, creo que sus defectos vienen de la innecesaria mezcla de animaciones, que a veces resulta arcaica y tosca para 1978, del problema de comprimir libro y medio en una película de dos horas (lo que hace que la acción vaya a salto de mata y todo ocurra de forma muy rápida y esquemática, complicando las cosas a los que no hayan leído el libro) y la caracterización de algunos personajes claves del libro resulta discutible.

En el haber me gustaría mencionar que Peter Jackson, que afirma desconocer la adaptación de Bakshi, creo que miente, pues se inspira descaradamente en ella en muchos momentos, como en el aspecto de los jinetes negros (no en el de los Hobbits, más fiel en la animación), en la utilización de un prólogo introductorio o en la supresión de los mismos pasajes del texto en ambos casos. Hay que destacar también de la versión de Bakshi la fidelidad a la novela y lo impactante de algunas secuencias.

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El Señor de los Anillos resultó un fracaso mas relativo que real, ya que tuvo cierto éxito, pero los productores esperaban un impacto mucho mayor, en atención a la inversión realizada. Así que El Retorno del Rey acabó adaptándose dos años después con los mismos productores, pero en las manos de Jules Bass y Harry Rankin, comenzando la trama donde había acabado la anterior y enfocando el argumento a un público infantil, que la deja como una curiosidad casi desconocida incluso para los seguidores de Tolkien.

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Despues de esto llegó otro titulo destacable aunque a nivel minoritario, American Pop, en 1981, que narraba la evolución de varias generaciones de una familia de músicos, y que incluía en la banda sonora temas que iban, entre otros, de Gershwin a Herbie Hancock, Bob Dylan, Jimi Hendrix, The Velvet Underground o The Doors.

Posteriormente, con Tygra, hielo y fuego (1983) trataba de seguir la pista perdida de El Señor de los Anillos, mezclada con la épica de cómics como Conan (de hecho, se hizo en colaboración con el dibujante Frank Frazetta, autor de numerosas viñetas fantásticas), en la que un héroe debe salvar a una princesa de un malvado que puede dominar el hielo.

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A mi juicio, Tygra... supuso el canto de cisne del mejor Bakshi, ya que se enfrascó en una serie de productos menores, y el fracaso de Cool World (1991), planteada como una especie de versión adulta de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Who framed Rogger Rabbit, dirigida por Robert Zemeckis en 1988) y que no funcionó comercialmente ni artisticamente, relegó de forma definitiva al dibujante y realizador a un segundo plano.

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Durante los últimos años, Bakshi ha seguido haciendo algunas cosas poco relevantes, como guionista y productor para la cadena HBO, pero valga este texto para reivindicar parte de la obra de este autor, que sin ser un Miyazaki, merece una cierta reivindicación de sus creaciones, todo lo contrario de lo que ocurre.

sábado, 8 de noviembre de 2008

ALMAS DE METAL (1973)

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Estos últimos días nos ha sorprendido la noticia del fallecimiento de Michael Crichton (1942-2008), doctor en medicina, escritor, guionista y director de cine. Y como pensaba dedicarle antes o después un espacio a esta película, he pensado que era una buena idea hacerlo ahora, a modo de recordatorio de su creador.

Si bien la trayectoria de Crichton se ha movido casi siempre en todas sus facetas en ámbitos multitudinarios (es autor de las novelas, y en la mayoría de casos, también del guión, de La amenaza de Andrómeda, El Hombre Terminal, El gran asalto al tren, Esfera, Congo, Twister, El guerrero nº 13, Parque Jurásico o Sol Naciente, y director de películas como la que hoy nos ocupa o Coma) los resultados a nivel cualitativo no han sido, en la mayoria de los casos, brillantes.

Sin embargo, creo que Westworld (título original del film que comento) puede ser una excepción, pues sin ser una obra maestra y habiendo perdido algo con los años, me parece un producto recuperable e interesante, precedente claro de impactantes éxitos de la ciencia ficción ochentera, como la saga Terminator e incluso otra entretenida película dirigida por el propio Crichton, Runaway brigada especial (1984) con Tom Selleck y un divertido Gene Simmons, miembro del grupo Kiss, haciendo de malvado.

En Almas de metal, encontramos en cierto modo un precedente de lo que luego veremos en la saga jurásica, ya que la acción se sitúa en una especie de parque temático (en época futura, creo recordar, pese a las arcaicas pantallas monocromáticas de los ordenadores que se utilizan, que además funcionan con cinta) en la que se representan 3 etapas históricas: Imperio Romano, Edad Media y el Oeste Americano (¿es casual que sean los momentos mas representados por la industria de Hollywood?, ¿tal vez una metáfora de Crichton?), poblados por robots idénticos a los humanos, excepto un defecto en las manos que los diferencia.

Estos cyborgs están programados para obedecer en todo a los humanos; por ejemplo, en la zona del Western se programan incluso duelos con revólveres, donde la principal atracción es un autómata conocido como El Pistolero (interpretado por un excelente Yul Brynner, en una de sus pocas incursiones en el género fantástico), y en el que las personas siempre deben ganar.
Pero a lo largo de la película vamos comprobando que no es oro todo lo que reluce: poco a poco se van produciendo pequeños fallos donde todo se suponía que era perfecto, y los robots empiezan a rebelarse. En un duelo en la zona medieval, un visitante resulta muerto, y tras ello, los técnicos deciden cortar el suministro.

Entretanto, los dos protagonistas, interpretados por el posteriormente director Richard Benjamin y por James Brolin, son ajenos a lo que ocurre, ya que han tenido una pelea y se han emborrachado. Al despertar, el personaje de Brolin, que desconoce el cambio producido, reta a un duelo al Pistolero, con las fatales lógicas consecuencias, y a partir de ahí se produce una persecución al amigo superviviente a través del parque desierto, lleno de cadáveres de visitantes y robots desconectados, en la que el cyborg se muestra incansable y casi invulnerable.

Aún con sus defectos, se trata seguramente de uno de los mayores aciertos de Crichton, tanto en el texto como detrás de la cámara, y dio lugar a una secuela, Almas de Metal 2 (Futureworld, 1976) dirigida por Richard T. Heffron y sin Crichton tampoco en el guión, manteniendo diferencias argumentales con la original, pese a transcurrir en el mismo y ahora reconstruido parque y contar con una pequeña aparición de Brynner, resultando esta segunda parte un producto curioso (con la presencia de Peter Fonda, por ejemplo) pero con un corte casi telefílmico, y tan intrascendente como olvidable (y olvidada).