miércoles, 25 de marzo de 2009

RICHARD MATHESON

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Richard Matheson (1926) es, sin duda, uno de los escritores del género fantaterrorífico más importantes de la 2ª mitad del siglo XX, y quizá, de esta etapa, junto con Philip K. Dick, uno de mis (muchos) favoritos.
Si hoy me ocupo de él, es para hacer un pequeño repaso (muy breve para lo que merecería) de su intensa relación con el cine, a través, tanto de adaptaciones suyas a la gran pantalla (y a la pequeña, también) como de guiones realizados por él sobre textos de otros autores.

Tenía dudas de si hacer un repaso siguiendo la cronología su carrera literaria, pero en fin, este es un blog básicamente fílmico, asi que seguiremos el orden de sus comparecencias cinematográficas.

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Asi, en 1957, con guión del propio Matheson adaptando su libro escrito un año antes, llega El Increible hombre menguante (The incredible shrinking man), dirigida por Jack Arnold, maestro de la serie B, que convierte este título en una obra maestra del género; alternando elementos del cine de la Guerra Fría ( el protagonista empieza a encoger su tamaño sin parar después de ser afectado por una nube radiactiva de dudoso origen), reflexiones existenciales sobre la soledad y la supervivencia, y trazos de las Monster movies, cuando el protagonista, Grant Williams, ya diminuto, debe enfrentarse, sucesivamente, a su propio gato y a una araña.

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Durante los primeros 60, el autor realiza varias colaboraciones con el especialista del género Roger Corman, con los guiones de dos de sus mejores adaptaciones de Poe, La caida de la Casa Usher (1960), y El pozo y el péndulo (1961), y escribiendo La Comedia de los Terrores (1964).

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En 1964 llega la primera adaptación, y seguramente menos conocida, de su novela mas famosa, Soy Leyenda (I am legend), original de 1954. Es Last man on earth, casi inédita en España, dirigida por Sidney Salkow y Ubaldo Ragona (fue coproducción USA-Italia), y protagonizada por Vincent Price; como finalmente ocurrió con todos los films basados en este texto, se tomaron bastantes libertades sobre el original.

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Resumiendo el argumento, nos encontramos con alguien que se ha quedado solo en la Tierra tras ser afectada toda la humanidad por un virus que les ha convertido en vampiros. El protagonista, Neville (en el texto original al contrario que en las adaptaciones no tiene formación médica aunque la soledad le ha hecho acceder a muchos textos científicos y técnicos), sabe que estos seres no existen, y, de día, junto a algunos actos rutinarios, investiga porque las personas tienen esa sintomatología e incluso se desintegran cuando se les clava una estaca y huyen de las cruces o de los ajos, a lo que acaba encontrando una explicación racional; mientras, de noche, es acosado en el exterior de su casa por los enfermos, incluyendo un antiguo amigo o las mujeres que van a tentarle para que se una a ellos.
Hasta que un día se encuentra con otros aparentes supervivientes, como él.

Y bueno, no sigo, no voy a contar el final por si alguien quiere leer el libro o no conoce las adaptaciones; sobre este primer film basado en la novela destacar sobre todo que la estética y características de los vampiros fue utilizada luego por George A. Romero en la saga zombie que inició con Night of the living dead (1967) , con un blanco y negro igualmente inquietante.

Matheson, mientras tanto, escribió varios capítulos de la serie Alfred Hitchcock presenta y de la seminal The twilight zone, aquí conocida como Dimensión Desconocida, gran creación de Rod Serling sobre la que luego haré alguna consideración a raíz de su adaptación cinematográfica-homenaje en los 80.

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En 1968, escribe el guión de un titulo quizá poco conocido entre el gran publico, pero excelente, de la Hammer, The devil rides out, titulada en España La novia del diablo, basado en un libro de Dennis Wheatley, con dirección del ilustre veterano Terence Fisher e interpretaciones estelares de Christopher Lee y Charles Gray.

En 1970 llega una nueva adaptación de Soy Leyenda, The Omega Man, conocida aquí como El último hombre vivo, con el protagonismo de Charlton Heston.
Se trata de una película muy distinta a Last man on earth, el guión del matrimonio Corrington adapta el texto con muchas licencias, acercándolo más a un titulo de acción al servicio de su actor principal, en la línea de otras peliculas recientes en las cuales habia aparecido, como El Planeta de los Simios (Planet of the Apes, 1968) o que haría posteriormente, como Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973).

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Aquí los vampiros son reconvertidos en una especie de secta de mutantes albinos que visten hábitos negros y gafas de sol, y que tratan de eliminar cualquier vestigio de progreso y civilización, encarnados en un científico como el superviviente Neville, por considerarlos causantes de la situación actual, aunque tampoco quieren encontrar ningún tipo de remedio a su mal, pues la sociedad tal como la conocíamos es la que llevó al mundo a ese final. Curiosamente, su líder es Matthias, un antiguo presentador estrella de los informativos de TV (interesante reflexión social), eficazmente interpretado por el secundario Anthony Zerbe.
Con evidentes concesiones al género blaxplotation, que empezaba a estar en boga en aquel momento, y algunos tics (música, ambientación) fácilmente reconocibles de esos años, defectos que son agravados por la realización del mediocre Boris Sagal, director fundamentalmente televisivo que nos tortura con atroces y reiterados zooms en gran parte del metraje.
Pese a todo, es una película por la que siento bastantes simpatías, se deja ver como un entretenido cómic, y la estética de la que hablaba puede ser, en su caso, más virtud que defecto, siendo ideal para una entretenida noche de cine fantaterrorifico.

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Matheson vuelve a escribir el guión para El Diablo sobre ruedas (Duel, 1971), que se encarga de dirigir un chaval de apenas 25 años, poco curtido hasta entonces en alguna realización televisiva, llamado Steven Spielberg.
Esta historia de un camión (sin que sepamos nunca quien lo conduce) que, sin motivo aparente, y a raíz de un adelantamiento, comienza a perseguir a muerte a un comercial de vida gris que viaja camino de una reunión de trabajo por las carreteras del desierto de California, estaba planteada inicialmente como un telefilm, pero su gran éxito lo condujo a la pantalla grande y se convierte en un titulo de culto, anunciando muy proximos exitos comerciales para su director.

Siguiendo con la televisión, Matheson crea, con la colaboración del productor Dan Curtis, buen conocedor del género, el telefilm Kolchak: The night stalker, basado en una novela del semidesconocido Jeff Rice, que ni siquiera se habia publicado aún.
Kolchak es un periodista irónico y estrambótico, pero sagaz, siempre vestido con un sombrero de paja y un anticuado traje blanco, que se ve implicado en la investigación de casos sobrenaturales.


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En The night stalker nos encontramos con una ola de crímenes en la ciudad de Las Vegas, que, por sus caracteristicas, parecen obra de un vampiro. Por supuesto, nadie cree en esta posibilidad, excepto el inicialmente escéptico Kolchak, que acaba encargándose personalmente de la destrucción del no-muerto, todo ello de forma muy velada, pues en aquel momento imperaba una fuerte censura en la TV americana que apenas permitia que se pudiera ver sangre.

Como curiosidad decir que el actor que hacía de vampiro, que finalmente fue Barry Atwater, estaba previsto en principio que fuera Robert Quarry, intérprete en aquel momento en cine del Conde Yorga, personaje de varias secuelas americanas con estética setentera de las pelis de Dracula de la Hammer (en aquel año, por cierto, se estrenó la penúltima entrega de los films de la productora inglesa sobre el famoso conde interpretadas por Christopher Lee, Dracula 73, dirigida por Alan Gibson, al igual que la siguiente, Los ritos satánicos de Dracula, transcurriendo ambas también en época actual y con resultados olvidables).

El telefilm consiguió un record histórico de audiencia en la TV estadounidense en 1972 y planteó la consiguiente secuela, El estrangulador de la noche.

The night strangler resultó aún más logrado que su predecesor. En él de nuevo nos encontramos con mujeres asesinadas, en este caso por asfixia y en la ciudad de Seattle, con la característica de que se han encontrado junto a los cadáveres restos de carne corrompida. Kolchak comprueba que series de crímenes similares se han producido en la ciudad cada 21 años, desde 1889 aproximadamente. La investigación le lleva a descubrir que un médico de la época de la guerra de Secesión (refugiado en las ruinas de su hospital, que conducen a una especie de parte antigua de la ciudad oculta en el subsuelo) obtiene una especie de suero de la inmortalidad durante ese periodo de tiempo, extrayendo la sangre de sus victimas, y consiguiendo finalmente derrotarlo.

El enorme éxito de estos dos pilotos, que llegaron a emitirse en España en los años 80 y 90, llevó a la producción de una serie, en la que, incomprensiblemente, se prescindió de Matheson y Curtis, sin obtener los resultados deseados, lo que hizo que no pasara de la primera temporada.
Hoy en día es considerada una serie de culto, inspiradora de Expediente X como reconoce el autor de esta ultima, Chris Carter (y que incluyó en ésta un personaje llamado Richard Matheson); a raíz de la reposición exitosa de los dos episodios pilotos a principios de los 80, la cadena CBS contactó con el actor protagonista, Darren McGavin (un habitual secundario que obtuvo su mayor reconocimiento aquí) para un tercer telefilm, pero molesto por la retirada prematura de la serie en su momento, el proyecto se quedó en el tintero.

Matheson también ha escrito fantásticos más bucólicos como Somewhere in time (1980) o Mas allá de los sueños, protagonizado en su version cinematográfica de 1998 por Robin Williams.

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Otra de las obras más famosas de nuestro autor llegó a principios de los 70, La casa infernal.
Parecía una revisión de una novela de principios de los 60 de Shirley Jackson, The haunting of Hill House, aquí conocida como La mansión encantada y llevada magistralmente al cine en 1964 por Robert Wise (y de manera mediocre y con muchas libertades con el texto, por Jan de Bont en 1997).

Se trata de dos de las mejores novelas sobre casas con fenómenos paranormales, y de hecho, el original de Matheson se titulaba The Hell House, muy similar fonéticamente a su predecesora.

La adaptación cinematografica llegó en 1973 producida por James H. Nicholson, vinculado a la productora británica AIP, que fue, junto con la Amicus (especialista en películas de episodios, como Doctor Terror o unas cuantas basadas en comics de la EC), la gran rival de la Hammer en la hegemonía del terror inglés de aquellos años.
La dirección corrió a cargo de John Hough, que había realizado recientemente Dracula y las mellizas, ridícula traducción española de Twins of evil, última parte de una trilogía basada muy libremente en Carmilla, la clásica vampiresa de velados toques lésbicos que escribió Sheridan Le Fanu mucho antes que Bram Stoker pensara en el tema, y que empezaba a llevar a las pantallas la mezcla de erotismo y horror-movie pensada para salvar los muebles en taquilla, pero que en este caso resultaba un producto aún digno.
Después Hough continuó en el género con títulos muy menores como The Incubus, Aullidos 4 o un curioso fantástico british llamado Biggles, sobre viajes en el tiempo, mas algunas cosillas para la TV.

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En La leyenda... nos encontramos con cuatro personajes, a los que un millonario les promete una gran suma a cambio de descubrir el secreto de la mansión Belasco, en la que su antiguo propietario, Emeric Belasco, posiblemente un trasunto literario del famoso mago y satanista Alastair Crowley, practicó toda clase de ritos, orgías y prácticas malignas a principios del siglo XX, hasta que la casa quedó sellada y los que estaban allí se quedaron para siempre, llegando a practicar el canibalismo y falleciendo de inanición o diferentes enfermedades, siendo hallados después, con excepción del propio Belasco, del que nunca más se supo.
Desde entonces, habían ido varios equipos de investigadores que habían muerto o enloquecido en el intento.
La película, que en su momento fue denostada, se ha convertido con el tiempo en película de culto, aunque es mucho más comedida en elementos explícitos de sexo o violencia que el libro, pese a que el guión corre a cargo del propio Matheson.

A destacar la sobriedad de sugerir más que de mostrar, y la excelente labor de sus cuatro (arquetipos) protagonistas, el científico escéptico (Clive Revill) que pretende probar una máquina de su creación para eliminar la causa del encantamiento, que considera física, acompañado por su pusilánime esposa (Gayle Hunicutt), un psiquico que sobrevivió a la investigación de la casa en su adolescencia y decide volver (Roddy McDowall), y la jovencita médium que lleva el peso de la historia (Pamela Franklin, que tuvo unos años de fama en varios títulos de la materia y después desapareció del cine).



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En 1983, se realiza un film homenaje a The Twilight Zone, titulado por estos lares En los límites de la realidad, que es escrito en gran parte por Matheson, constando de cuatro episodios y una introduccion y epílogo, con una curiosa aparición terrorífica del actor Dan Aykroyd.

El primer capítulo lo dirige y escribe (es el único que no corresponde a un texto de Matheson) John Landis, entonces un director prometedor del género (Un hombre lobo americano en Londres, El monstruo de las bananas) y la comedia (Desmadre a la americana), contando la historia de un racista que, como penitencia, es obligado a pasar por diferentes épocas de la historia, sufriendo en la piel de otras razas. El episodio es tristemente famoso por el fallecimiento en accidente de helicóptero durante el rodaje del actor Vic Morrow (padre de la también actriz Jennifer Jason Leigh) y dos niños figurantes, y prácticamente, supuso el fin en el género de Landis, con la excepción del celebérrimo videoclip del Thriller de Michael Jackson.

El segundo episodio, peor aún, corresponde realizarlo a Spielberg, con el argumento de unos ancianos que vuelven a ser niños, aunque en su descargo hay que decir que no era el capítulo que se pretendía adaptar inicialmente, ya que se quiso dar algo de positividad a alguna de las historias.

Es en los dos últimos cortes cuando la cosa se pone realmente interesante, y hacen recomendable por sí solos el visionado del film. Joe Dante, en el tercero, describe la pesadilla de una chica que se ve obligada a refugiarse en la casa de una familia con un hijo que les tiene aterrorizados, pues puede manipular la realidad con su imaginación a su antojo.
Antológica la escena en que la hermana es comida por un dibujo animado (Los Looney Tunes siempre han sido una gran influencia para Dante), o cuando el padre, en un número de magia, saca un conejo monstruoso de una chistera.

Pero es el cuarto episodio el mejor y que justifica toda la pelicula. Dirigido por el australiano George Miller, entonces de plena actualidad por la saga Mad Max, revisa Pesadilla a 20.000 pies, en el que una especie de gremlin pretende boicotear un viaje en avión, siendo observado por un sólo pasajero ante la incredulidad del resto de viajeros (excelente labor de John Lithgow, si bien no supera al intérprete del capítulo televisivo original, William Shatner, el capitán Kirk de Star Trek).

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Después de ésto, y ya en épocas más recientes, destacar El último escalón, basado en una de sus primeras novelas, Stir of Echoes, dirigido por el interesante David Koepp, y como curiosidad, la chica fantasma es Jennifer Morrison, la Dra. Cameron de la serie House.

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Sobre la última adaptación de Soy Leyenda, que respeta el título de la novela, pero poco más, decir que es un vehículo para el lucimiento de Will Smith, lleno de incongruencias (Por ejemplo, el hecho de que desaparezca la humanidad no tiene porque implicar que haya leones en New York, ni siquiera los del zoo, porque nadie les puede sacar de la jaula, y no sé como van a cruzar el Atlántico. Y eso es sólo el principio...).

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Una pena, porque se habló de este proyecto durante muchos años, incluyendo nombres como Ridley Scott o Schwarzenegger. La elección de la ciudad de los rascacielos frente a la original de Los Angeles, resulta además sospechosa y claramente incluida dentro de la psicosis post 11-S.

Recientemente, en la temporada inicial de la serie Maestros del Terror (Masters of horror), se adapta un relato de Matheson (por parte de su propio hijo) en el episodio dirigido por Tobe Hooper, Dance of the dead, por otro lado uno de los más decepcionantes de una serie quizá con más sombras que luces, con sonadas y brillantes excepciones, sobre todo en lo que fueron estas primeras entregas.


Y concluyo así este repaso, seguramente mucho más corto de lo que merece el gran Matheson, pero creo que suficiente para entender su importancia dentro del género.